Estamos todos juntos en la habitación del hotel. Abraham está a mi lado, y me
abraza.
-Gracias, cariño, por haber estado cada segundo a mi lado. Me han dicho que no
has dejado de estar conmigo –dice Abraham, y seguidamente me besa.
Daniel mira con cara como si estuviese celoso.
-También quiero daros las gracias a vosotros, chicos. Muchas gracias por todo
el apoyo que me habéis dado. Os quiero.
Qué palabras. Si es que cada vez me enamora más.
-Gracias a ti, Abraham, por tener una fortaleza increíble –dice Víctor.
Hemos adelantado la fecha para ir a Barcelona, para olvidar todo esto que ha
pasado aquí, así, que nos iremos pasado mañana por la mañana, cuando despertemos. En teoría íbamos a irnos mañana, pero Abraham me ha querido invitar a una cena romántica mañana por la noche. Ya estoy nerviosa, nunca he tenido una cena romántica, es mi primera vez. No sé a que restaurante me llevará, pero seguro que a uno precioso.
Hoy
nos quedaremos en el hotel, Abraham necesita un poco de reposo y estaremos todo
el día todos juntos.
-Gracias, cuñada, por cuidar tanto a mi hermano –dice Tony sonriendo.
Por lo que veo, hoy es el día de dar las gracias.
-Lo quiero mucho, y no dejaría que le pasase algo.
Es hora de comer. Todos nos dirigimos bajo. Daniel me coge del brazo y me hace retroceder
hacia donde está él.
-Oye, Sara…
-¿Qué pasa? –digo frunciendo el ceño.
-¿Puedo… puedo hablar contigo?
-Sí, pero date prisa que ya están por el pasillo.
-Mira, sé que no debería decirte esto, porque tú estás muy bien con Abraham… -me
imagino lo que me va a decir.- y, bueno… me gustas. Y mucho. Me pareces una
chica muy curiosa.
Yo me quedo callada sin decir nada. Me he quedado boquiabierta.
-Tú también me pareces un chico curioso, desde el primer día me resultaste
interesante, pero estoy muy enamorada de Abraham, desde hace 3 años, y sé que
eso no cambiará. Siento hacerte daño.
-Ah, no, no pasa nada. Al menos lo he soltado.
Veo en sus ojos que le he hecho daño.
-¿Seguro que no pasa nada?
-No, de verdad.
-Bien, en ese caso, vamos bajo, que nos estarán esperando.
domingo, 27 de enero de 2013
CAPÍTULO 14.
Solo podemos pasar la noche con Abraham tres personas. Yo
soy una de ellas, no me puedo separar de él ni un solo segundo. Se quedan conmigo
Tony y Daniel, mientras que Jacobo se lleva a Víctor y a Paula al hotel. Mañana
por la mañana volverán, para ver cómo se encuentra Abraham.
-¡¡Abraham se ha despertado!! –digo gritando.
Parece ser que los doctores me han escuchado y han acudido a la habitación.
-¿Ha despertado? –dice una doctora.
-Sí, se mueve –digo.
-¿En serio? ¿En serio ha despertado? –dice Tony sonriendo.
-Por favor, id fuera. Si necesitamos algo os llamamos. Él necesita que no le vea nadie, podría desorientarse.
Hacemos caso y vamos fuera. Estoy muy feliz.
-Qué bien que haya despertado –dice Paula.
Necesito abrazar a Abraham y besarle todo el tiempo que haga falta. Necesito que vuelva a estar perfectamente bien.
Sale la doctora.
-Ya está completamente despierto.
Entramos.
-Hermanito, ¿cómo te encuentras? –dice Tony.
Abraham no puede moverse ni casi hablar. Habla muy despacio.
-Me estalla la cabeza, tío.
-Eso es normal –dice la doctora.- En un rato te habrá pasado el dolor, ya verás.
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? Lo único que recuerdo es que estábamos yendo hacia el hotel.
-Un borracho asqueroso te atropelló. Menos mal que no fue grabe… He llorado mucho por ti –digo.
-¿En serio? Uf, pues yo ni me enteré de lo que pasó.
-Te tienes que poner bien, ¿eh? Que tenemos que ir a grabar un videoclip a Barcelona –dice Jacobo.
Todos sonreímos. Solo ha estado una noche en coma, esto es un regalo de Dios. La verdad es que nunca pensé que podría pasar esto.
-Tendrá que quedarse unos días aquí en el hospital, para ver cómo va evolucionando –dice la doctora.
Habrá que esperar a que se recupere.
Daniel está conmigo a cada segundo, no se separa de mí.
Estamos callados. Me
recorre un escalofrío por mi cuerpo. No puedo dormir.
-¿Pensáis que despertará? –pregunto.
-Sí, seguro que sí –responde Daniel.
Me encanta Daniel. Es muy optimista y eso es bueno.
-Chicos, no puedo dormir –digo.
-Yo tampoco. Es que es mi hermano… Jo, ¿y si le pasa algo? ¿Por qué ha tenido que pasar esto? –dice Tony.
-Yo también me hago la misma pregunta, cuñado –digo.
-No penséis en negativo, por favor. Pensad siempre en positivo, así en la vida os irán mejor las cosas.
Es increíble que un adolescente de 14 años tenga esa manera de ver las cosas. Para mí es imposible. Es flipante. Daniel, como bien dice el nombre, es travieso, pero a la vez un ejemplo a seguir, como Abraham.
Abraham. Tengo ese nombre en mi cabeza cada segundo. Le miro y no puedo evitar llorar. Por favor, que se despierte. Por favor, que se despierte. Esa frase ronda todo el rato por mi cabeza. Son las 5 de la mañana y ninguno de los tres ha podido dormirse, hasta que finalmente me duermo.
Me despierto. No hay nadie en la habitación; estoy sola con Abraham. Supongo que Tony y Daniel habrán bajado a por algo de comer o algo. Abraham aún está dormido. De repente, oigo pasos que se acercan hacia la habitación. Son Tony y Daniel. Efectivamente habían bajado a por comida. Me han traído unas rosquilletas y un zumo de piña, mi favorito. No tengo hambre, tengo el estómago cerrado, pero aún así como.
-¿Habéis dormido? –pregunto.
-Sí, un par de horas si llegan –dice Tony.
-Debéis descansar.
-Yo he dormido más que Tony –dice Daniel.
-¿Pensáis que despertará? –pregunto.
-Sí, seguro que sí –responde Daniel.
Me encanta Daniel. Es muy optimista y eso es bueno.
-Chicos, no puedo dormir –digo.
-Yo tampoco. Es que es mi hermano… Jo, ¿y si le pasa algo? ¿Por qué ha tenido que pasar esto? –dice Tony.
-Yo también me hago la misma pregunta, cuñado –digo.
-No penséis en negativo, por favor. Pensad siempre en positivo, así en la vida os irán mejor las cosas.
Es increíble que un adolescente de 14 años tenga esa manera de ver las cosas. Para mí es imposible. Es flipante. Daniel, como bien dice el nombre, es travieso, pero a la vez un ejemplo a seguir, como Abraham.
Abraham. Tengo ese nombre en mi cabeza cada segundo. Le miro y no puedo evitar llorar. Por favor, que se despierte. Por favor, que se despierte. Esa frase ronda todo el rato por mi cabeza. Son las 5 de la mañana y ninguno de los tres ha podido dormirse, hasta que finalmente me duermo.
Me despierto. No hay nadie en la habitación; estoy sola con Abraham. Supongo que Tony y Daniel habrán bajado a por algo de comer o algo. Abraham aún está dormido. De repente, oigo pasos que se acercan hacia la habitación. Son Tony y Daniel. Efectivamente habían bajado a por comida. Me han traído unas rosquilletas y un zumo de piña, mi favorito. No tengo hambre, tengo el estómago cerrado, pero aún así como.
-¿Habéis dormido? –pregunto.
-Sí, un par de horas si llegan –dice Tony.
-Debéis descansar.
-Yo he dormido más que Tony –dice Daniel.
Después de un rato llegan Jacobo, Víctor y Paula.
-¿Cómo se encuentra? –pregunta Paula.
-Aún no ha despertado –dice Daniel.
-Esperemos que lo haga pronto… –digo suspirando.
-¿Cómo se encuentra? –pregunta Paula.
-Aún no ha despertado –dice Daniel.
-Esperemos que lo haga pronto… –digo suspirando.
Pasan los días y Abraham sigue en coma. Estamos todos juntos
en el hospital, esperando que abra los ojos. Sale la doctora de la habitación.
-Siento deciros que Abraham tiene el 95% de riesgo de morir. Las fracturas son muy fuertes, no creo que pueda sobrevivir, pero habrá que esperar.
Todos nos quedamos callados. De repente, me levanto y me voy cabreada, con ganas de gritarle al mundo que me deje en paz, que no me haga esto ahora.
-¡Sara! ¿Dónde vas? –pregunta Jacobo.
-Necesito aire, necesito estar sola.
Lloro a carcajadas. ¿Y si Abraham muere? ¿Y si no lo vuelvo a ver nunca más? ¿Qué será de mi vida? Si él no vive, yo tampoco. Él es el que me ayuda a seguir adelante.
-Sara.
No contesto.
-Sara, por favor, contéstame.
-Perdona Jacobo, siento no hacerte caso.
Me giro y veo a Jacobo detrás de mí, pálido, llorando también a carcajadas. Se sienta junto a mí, me abraza y apoyo su cabeza sobre su pecho, todavía llorando.
El sufrimiento sigue. Abraham continúa sin despertar. Les pedimos a los doctores que por favor hagan todo lo posible por que Abraham sobreviva. No me separo ni un solo segundo de Tony.
Veo que Abraham se mueve y abre lentamente los ojos.-Siento deciros que Abraham tiene el 95% de riesgo de morir. Las fracturas son muy fuertes, no creo que pueda sobrevivir, pero habrá que esperar.
Todos nos quedamos callados. De repente, me levanto y me voy cabreada, con ganas de gritarle al mundo que me deje en paz, que no me haga esto ahora.
-¡Sara! ¿Dónde vas? –pregunta Jacobo.
-Necesito aire, necesito estar sola.
Lloro a carcajadas. ¿Y si Abraham muere? ¿Y si no lo vuelvo a ver nunca más? ¿Qué será de mi vida? Si él no vive, yo tampoco. Él es el que me ayuda a seguir adelante.
-Sara.
No contesto.
-Sara, por favor, contéstame.
-Perdona Jacobo, siento no hacerte caso.
Me giro y veo a Jacobo detrás de mí, pálido, llorando también a carcajadas. Se sienta junto a mí, me abraza y apoyo su cabeza sobre su pecho, todavía llorando.
El sufrimiento sigue. Abraham continúa sin despertar. Les pedimos a los doctores que por favor hagan todo lo posible por que Abraham sobreviva. No me separo ni un solo segundo de Tony.
-¡¡Abraham se ha despertado!! –digo gritando.
Parece ser que los doctores me han escuchado y han acudido a la habitación.
-¿Ha despertado? –dice una doctora.
-Sí, se mueve –digo.
-¿En serio? ¿En serio ha despertado? –dice Tony sonriendo.
-Por favor, id fuera. Si necesitamos algo os llamamos. Él necesita que no le vea nadie, podría desorientarse.
Hacemos caso y vamos fuera. Estoy muy feliz.
-Qué bien que haya despertado –dice Paula.
Necesito abrazar a Abraham y besarle todo el tiempo que haga falta. Necesito que vuelva a estar perfectamente bien.
Sale la doctora.
-Ya está completamente despierto.
Entramos.
-Hermanito, ¿cómo te encuentras? –dice Tony.
Abraham no puede moverse ni casi hablar. Habla muy despacio.
-Me estalla la cabeza, tío.
-Eso es normal –dice la doctora.- En un rato te habrá pasado el dolor, ya verás.
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué estoy aquí? Lo único que recuerdo es que estábamos yendo hacia el hotel.
-Un borracho asqueroso te atropelló. Menos mal que no fue grabe… He llorado mucho por ti –digo.
-¿En serio? Uf, pues yo ni me enteré de lo que pasó.
-Te tienes que poner bien, ¿eh? Que tenemos que ir a grabar un videoclip a Barcelona –dice Jacobo.
Todos sonreímos. Solo ha estado una noche en coma, esto es un regalo de Dios. La verdad es que nunca pensé que podría pasar esto.
-Tendrá que quedarse unos días aquí en el hospital, para ver cómo va evolucionando –dice la doctora.
Habrá que esperar a que se recupere.
sábado, 26 de enero de 2013
Capítulo 13.
Han pasado 2 días. Durante todo este tiempo nos lo estamos pasando todos
juntos muy bien. Abraham ya ha acabado de grabar los temas aquí, en Madrid y
ahora falta ir a Barcelona, para grabar un videoclip. Tenía ganas de saber cómo funcionaba eso de grabar canciones, pero ahora tengo muchas ganas de
saber cómo funciona lo de grabar videoclips. No iremos a Barcelona en una semana y
media, más o menos. Daniel, Víctor y Paula se vendrán con nosotros.
Acabamos de cenar y a Víctor se le ocurre una magnífica idea.
-Ey, chicos, ¿queréis que vayamos al cine?
-Buena idea –decimos en general.
Nos duchamos, nos arreglamos y nos vamos al cine.
-¿Qué película queréis ver? –dice Daniel.
-Yo quiero ver la película que quiera mi chica –dice Abraham.
Qué tierno que es.
-Yo quiero ver una de amor –digo.
Todos quieren ver una película de amor.
Entramos y nos sentamos en este orden: Daniel, Paula, Víctor, yo y Abraham.
Abraham me coge de la mano.
-No quiero soltarte en toda la película –dice susurrándome al oído.
-Yo tampoco, no te voy a soltar.
Me voy acercando poco a poco a Abraham hasta que finalmente apoyo mi cabeza en su pecho.
-La película es preciosa –dice.
-Sí, me encanta.
Me levanta la cabeza y me mira. Baja la vista hasta mis labios y luego la sube hacia mis ojos. Me sonríe. Me da un beso tierno y desencadena en un largo beso de más de un minuto. Cierro los ojos y disfruto de la ocasión.
-No quiero dejar de besarte –dice.
-Yo tampoco. Te amo -digo, y le beso.
Llevamos ya una hora y media de película. Víctor empieza a hablarme. Parece que Abraham se pone celoso.
-¿De qué habláis? –pregunta.
-De la película –dice Víctor.
La verdad es que no sé de qué me estaba hablando, porque no le estaba prestando mucha atención. Quería enterarme de la película y me sabía mal decirle que callara.
-¿De verdad estabais hablando de la película? –me dice Abraham al oído.
-No lo sé, la verdad –le explico lo que ha pasado.
-Ah, vale.
Finalmente se acaba la peli. Salimos y nos dirigimos hacia el hotel. Es tarde pero hay aún mucha gente por la calle. Cómo se nota que estamos en vacaciones. Abraham va delante con Víctor y Daniel, y yo voy con Paula detrás de ellos. Abraham va provocándome para que vaya corriendo detrás de él. De repente, viene un coche muy rápido. Abraham está en el suelo. Sangrando. Lo han atropellado.
-¡¡¡¡Abraham!!!! –grito asustada.- ¡¡¡¡¡¡Abraham!!!!!!
La gente de nuestro alrededor se acerca.
-¡Llamad a la ambulancia! ¡Está perdiendo sangre! –dice Daniel.
-Madre mía, ¡¡¡Abraham!!! –dice Víctor.
Paula no dice nada, se le ve en sus ojos que está asustada y muy preocupada.
Estoy llorando. Cojo rápidamente el móvil de mi bolsillo. Me tiemblan las manos, casi me cae el móvil al suelo. Llamo a la ambulancia y solo tarda 3 minutos en venir.
Abraham está inconsciente. Lo suben a la ambulancia y subo yo para estar con él, pero necesito que me acompañe uno de los chicos. Finalmente se viene conmigo Daniel. Llamo a Jacobo y Tony para que recojan a Víctor y Paula para ir al hospital.
-Qué fuerte, qué fuerte. ¿Por qué me ha pasado esto a mí? ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Seguro que el asqueroso ese estaba bebido o drogado porque se ha ido cómo si no hubiera pasado nada –digo llorando.
Estoy que no me creo lo que acaba de pasar. Es muy traumático. Todo esto ha pasado en menos de 5 mintuos. No puedo dejar de llorar.
Daniel me consuela.
-Tranquila Sara, tranquilízate, por favor. No va a pasar nada, Abraham se va a poner bien. Te lo prometo –dice con lágrimas en los ojos.
-Pero…
-Shh, no digas nada –me interrumpe.- Se va a recuperar.
Llegamos al hospital, yo no puedo casi ni andar. Necesito estar cada segundo al lado de Abraham, para que se ponga bien. Los doctores nos piden a Daniel y a mí que por favor nos quedemos fuera de la habitación. Yo no quiero, pero tendré que hacerlo. Debo hacer caso a los médicos para que todo salga correctamente.
Llegan Tony, Jacobo, Víctor y Paula. Me ven llorar.
-¿Dónde está? ¿Está bien? ¿Qué ha pasado? –pregunta Tony, intranquilo. Está en el mismo estado que yo, nervioso y llorando.
-Está ahí dentro –señalo la habitación.- Nos han pedido que nos quedemos fuera.
Mi cuñado, Tony, se sienta a mi lado y me abraza.
-Llora todo lo que quieras –dice mientras él también llora.- Desahígate.
Pasa una hora, estamos todos desesperados. En mi mente recorren todos los recuerdos que tengo con Abraham. Trato de tranquilizarme y pensar en positivo. Va a estar bien. Va a estar bien. Va a estar bien.
De repente, sale el doctor de la habitación. Nos levantamos todos de golpe. Asustados.
-Está en coma. No sabemos cuándo despertará. No tiene fracturas muy graves, podría ponerse bien. Si se despierta, ya no habrá problema. De momento, deberéis esperar.
¿Y si no despierta?
-Ey, chicos, ¿queréis que vayamos al cine?
-Buena idea –decimos en general.
Nos duchamos, nos arreglamos y nos vamos al cine.
-¿Qué película queréis ver? –dice Daniel.
-Yo quiero ver la película que quiera mi chica –dice Abraham.
Qué tierno que es.
-Yo quiero ver una de amor –digo.
Todos quieren ver una película de amor.
Entramos y nos sentamos en este orden: Daniel, Paula, Víctor, yo y Abraham.
Abraham me coge de la mano.
-No quiero soltarte en toda la película –dice susurrándome al oído.
-Yo tampoco, no te voy a soltar.
Me voy acercando poco a poco a Abraham hasta que finalmente apoyo mi cabeza en su pecho.
-La película es preciosa –dice.
-Sí, me encanta.
Me levanta la cabeza y me mira. Baja la vista hasta mis labios y luego la sube hacia mis ojos. Me sonríe. Me da un beso tierno y desencadena en un largo beso de más de un minuto. Cierro los ojos y disfruto de la ocasión.
-No quiero dejar de besarte –dice.
-Yo tampoco. Te amo -digo, y le beso.
Llevamos ya una hora y media de película. Víctor empieza a hablarme. Parece que Abraham se pone celoso.
-¿De qué habláis? –pregunta.
-De la película –dice Víctor.
La verdad es que no sé de qué me estaba hablando, porque no le estaba prestando mucha atención. Quería enterarme de la película y me sabía mal decirle que callara.
-¿De verdad estabais hablando de la película? –me dice Abraham al oído.
-No lo sé, la verdad –le explico lo que ha pasado.
-Ah, vale.
Finalmente se acaba la peli. Salimos y nos dirigimos hacia el hotel. Es tarde pero hay aún mucha gente por la calle. Cómo se nota que estamos en vacaciones. Abraham va delante con Víctor y Daniel, y yo voy con Paula detrás de ellos. Abraham va provocándome para que vaya corriendo detrás de él. De repente, viene un coche muy rápido. Abraham está en el suelo. Sangrando. Lo han atropellado.
-¡¡¡¡Abraham!!!! –grito asustada.- ¡¡¡¡¡¡Abraham!!!!!!
La gente de nuestro alrededor se acerca.
-¡Llamad a la ambulancia! ¡Está perdiendo sangre! –dice Daniel.
-Madre mía, ¡¡¡Abraham!!! –dice Víctor.
Paula no dice nada, se le ve en sus ojos que está asustada y muy preocupada.
Estoy llorando. Cojo rápidamente el móvil de mi bolsillo. Me tiemblan las manos, casi me cae el móvil al suelo. Llamo a la ambulancia y solo tarda 3 minutos en venir.
Abraham está inconsciente. Lo suben a la ambulancia y subo yo para estar con él, pero necesito que me acompañe uno de los chicos. Finalmente se viene conmigo Daniel. Llamo a Jacobo y Tony para que recojan a Víctor y Paula para ir al hospital.
-Qué fuerte, qué fuerte. ¿Por qué me ha pasado esto a mí? ¿Por qué? ¿Por qué a mí? Seguro que el asqueroso ese estaba bebido o drogado porque se ha ido cómo si no hubiera pasado nada –digo llorando.
Estoy que no me creo lo que acaba de pasar. Es muy traumático. Todo esto ha pasado en menos de 5 mintuos. No puedo dejar de llorar.
Daniel me consuela.
-Tranquila Sara, tranquilízate, por favor. No va a pasar nada, Abraham se va a poner bien. Te lo prometo –dice con lágrimas en los ojos.
-Pero…
-Shh, no digas nada –me interrumpe.- Se va a recuperar.
Llegamos al hospital, yo no puedo casi ni andar. Necesito estar cada segundo al lado de Abraham, para que se ponga bien. Los doctores nos piden a Daniel y a mí que por favor nos quedemos fuera de la habitación. Yo no quiero, pero tendré que hacerlo. Debo hacer caso a los médicos para que todo salga correctamente.
Llegan Tony, Jacobo, Víctor y Paula. Me ven llorar.
-¿Dónde está? ¿Está bien? ¿Qué ha pasado? –pregunta Tony, intranquilo. Está en el mismo estado que yo, nervioso y llorando.
-Está ahí dentro –señalo la habitación.- Nos han pedido que nos quedemos fuera.
Mi cuñado, Tony, se sienta a mi lado y me abraza.
-Llora todo lo que quieras –dice mientras él también llora.- Desahígate.
Pasa una hora, estamos todos desesperados. En mi mente recorren todos los recuerdos que tengo con Abraham. Trato de tranquilizarme y pensar en positivo. Va a estar bien. Va a estar bien. Va a estar bien.
De repente, sale el doctor de la habitación. Nos levantamos todos de golpe. Asustados.
-Está en coma. No sabemos cuándo despertará. No tiene fracturas muy graves, podría ponerse bien. Si se despierta, ya no habrá problema. De momento, deberéis esperar.
¿Y si no despierta?
miércoles, 23 de enero de 2013
Capítulo 12.
He cogido mucha confianza con los chicos y con Paula. Son encantadores.
Después de estar todos juntos, tocaba ir hacia el estudio de grabación; Abraham
tiene que grabar un temita. Daniel, Víctor y Paula se vienen con nosotros.
Paula y yo nos paramos en cada escaparate de ropa que vemos. Hay muchos.
-Qué chulo este vestido –dice Paula.
-Y mira este –digo señalando otro vestido.
-Venga chicas, no os paréis en cada escaparate que veis. Os vais a perder –dice Daniel.
-No somos niñas pequeñas para perdernos con facilidad –dice Paula.
Nos hablamos todos así de broma.
-Además, llevamos móvil –digo.
Por fin llegamos al estudio. Los chicos se quedan flipados al verlo. Ellos tampoco habían entrado a uno tan profesional como este.
-Guau… ¡Qué pasada! –dice Paula.
-Ya ves, está muy guapo –dice Daniel.
Víctor es el más callado, aún así dice:
-Cuántas máquinas, cómo mola.
-Yo también me quedé pillada cuando entré la primera vez –digo.
Abraham acaba de grabar.
-Chicas, id vosotras al hotel, dentro de un rato iremos nosotros –dice Abraham.
-¿Por qué no vamos todos juntos? –digo.
-Em… Es que… Tenemos que hacer unas cosas, ya sabes, cosas de chicos.
Me preocupa lo que vayan a hacer. ¿Por qué nos habrá dicho que vayamos nosotras delante? No entiendo nada. Menos mal que me sé el camino para volver al hotel, de tantas veces que hemos ido. Le hago caso y nos dirigimos Paula y yo al hotel.
-¿Dónde están los chicos? –pregunta Jacobo.
-En el estudio, me ha dicho Abraham que viniéramos nosotras delante porque tenían que hacer “unas cosas de chicos” –digo.
Tony está con Jacobo componiendo.
-¿Cosas de chicos? Algo huele mal aquí… -dice Tony
-Cuando vengan si quieren que nos digan que era. Tengo curiosidad –dice Paula.
-Ya nos enteraremos –dice Jacobo.
Paula y yo no sabemos qué hacer. No estamos quietas, tenemos mucha curiosidad por lo que van a hacer los chicos.
-Tengo hambre, ¿por qué no merendamos? –pregunto.
-Yo también tengo hambre. Vamos bajo a merendar –dice Paula.
Acabamos de merendar y nos encontramos a los chicos por el pasillo del hotel. Han tardado más de una hora en volver. Yo ya me estaba empezando a preocupar.
-Ey, chicas, ¿de dónde venís? –dice Abraham.
-De merendar. Teníamos hambre –digo.
-¿Y vosotros de dónde venís? –pregunta Paula.
-De una tienda –dice Víctor.
-¿De una tienda? –pregunto.
-Sí –dice Víctor.
Entramos a la habitación. Yo me tumbo en la cama y me pongo a escuchar música de Abraham. Su voz me relaja.
De repente, viene Abraham y se sienta junto a mí, en la cama.
-Princesa, tengo una sorpresita para ti –dice Abraham.
-¿A sí? ¿Qué es? –digo entusiasmada.
-Toma.
Me da un regalo. ¿Qué será? Tengo curiosidad por saber qué es.
Lo abro y me veo una caja de un móvil.
-¡Es el Samsung Galaxy S2! –digo gritando.
Paula, que aún estaba conmigo, se quedó boquiabierta.
-Sí, es el que tú querías.
-Pero…
-¿Qué pasa?
-Que no puedo aceptarlo. Es mucho dinero, Abraham. No quiero que te gastes tanto dinero conmigo.
-No pasa nada, cariño. Yo lo que quiero es verte feliz. No pasa nada, de verdad. Me hacía mucha ilusión hacerte este regalo.
-Pero en serio… Me sabe muy mal…
-Que no pasa nada, hazme caso.
-Bueno… Pues muchísimas gracias. Te quiero –digo feliz, y le doy un tierno beso.
-Yo también te quiero. Disfrútalo –dice sonriendo.- Ahora podremos hablar por el WhatsApp cuando no podamos estar juntos.
-Qué detallazo te ha hecho mi hermano, ¿eh? Estarás contenta, cuñadita –dice Tony sonriendo.
Eso de que me llamen “cuñadita” es nuevo, nunca lo habían hecho. La verdad es que tengo un cuñado maravilloso.
-Sí, cuñadito –digo riendo.- La verdad es que ha sido un buen regalo porque me hacía falta un móvil bueno, pero para mí, el mejor regalo que él me puede hacer, es estar conmigo –digo casi con lágrimas en los ojos. Estoy emocionada, porque aún no me puedo creer que él este conmigo. Es algo que nunca olvidaré.
-Qué bonito… -dice Tony también emocionado.
Abraham me coge de la cintura y me besa. Veo que le saltan las lágrimas. Me parece que él también se ha emocionado con lo que acabo de decir. Los hermanos Mateo son muy sensibles, eso me encanta.
-No llores…-le seco las lágrimas.- La que debería llorar soy yo, por todo esto que me está pasando. Te quiero mucho.
-Yo sí que te quiero, cariño.
-Qué chulo este vestido –dice Paula.
-Y mira este –digo señalando otro vestido.
-Venga chicas, no os paréis en cada escaparate que veis. Os vais a perder –dice Daniel.
-No somos niñas pequeñas para perdernos con facilidad –dice Paula.
Nos hablamos todos así de broma.
-Además, llevamos móvil –digo.
Por fin llegamos al estudio. Los chicos se quedan flipados al verlo. Ellos tampoco habían entrado a uno tan profesional como este.
-Guau… ¡Qué pasada! –dice Paula.
-Ya ves, está muy guapo –dice Daniel.
Víctor es el más callado, aún así dice:
-Cuántas máquinas, cómo mola.
-Yo también me quedé pillada cuando entré la primera vez –digo.
Abraham acaba de grabar.
-Chicas, id vosotras al hotel, dentro de un rato iremos nosotros –dice Abraham.
-¿Por qué no vamos todos juntos? –digo.
-Em… Es que… Tenemos que hacer unas cosas, ya sabes, cosas de chicos.
Me preocupa lo que vayan a hacer. ¿Por qué nos habrá dicho que vayamos nosotras delante? No entiendo nada. Menos mal que me sé el camino para volver al hotel, de tantas veces que hemos ido. Le hago caso y nos dirigimos Paula y yo al hotel.
-¿Dónde están los chicos? –pregunta Jacobo.
-En el estudio, me ha dicho Abraham que viniéramos nosotras delante porque tenían que hacer “unas cosas de chicos” –digo.
Tony está con Jacobo componiendo.
-¿Cosas de chicos? Algo huele mal aquí… -dice Tony
-Cuando vengan si quieren que nos digan que era. Tengo curiosidad –dice Paula.
-Ya nos enteraremos –dice Jacobo.
Paula y yo no sabemos qué hacer. No estamos quietas, tenemos mucha curiosidad por lo que van a hacer los chicos.
-Tengo hambre, ¿por qué no merendamos? –pregunto.
-Yo también tengo hambre. Vamos bajo a merendar –dice Paula.
Acabamos de merendar y nos encontramos a los chicos por el pasillo del hotel. Han tardado más de una hora en volver. Yo ya me estaba empezando a preocupar.
-Ey, chicas, ¿de dónde venís? –dice Abraham.
-De merendar. Teníamos hambre –digo.
-¿Y vosotros de dónde venís? –pregunta Paula.
-De una tienda –dice Víctor.
-¿De una tienda? –pregunto.
-Sí –dice Víctor.
Entramos a la habitación. Yo me tumbo en la cama y me pongo a escuchar música de Abraham. Su voz me relaja.
De repente, viene Abraham y se sienta junto a mí, en la cama.
-Princesa, tengo una sorpresita para ti –dice Abraham.
-¿A sí? ¿Qué es? –digo entusiasmada.
-Toma.
Me da un regalo. ¿Qué será? Tengo curiosidad por saber qué es.
Lo abro y me veo una caja de un móvil.
-¡Es el Samsung Galaxy S2! –digo gritando.
Paula, que aún estaba conmigo, se quedó boquiabierta.
-Sí, es el que tú querías.
-Pero…
-¿Qué pasa?
-Que no puedo aceptarlo. Es mucho dinero, Abraham. No quiero que te gastes tanto dinero conmigo.
-No pasa nada, cariño. Yo lo que quiero es verte feliz. No pasa nada, de verdad. Me hacía mucha ilusión hacerte este regalo.
-Pero en serio… Me sabe muy mal…
-Que no pasa nada, hazme caso.
-Bueno… Pues muchísimas gracias. Te quiero –digo feliz, y le doy un tierno beso.
-Yo también te quiero. Disfrútalo –dice sonriendo.- Ahora podremos hablar por el WhatsApp cuando no podamos estar juntos.
-Qué detallazo te ha hecho mi hermano, ¿eh? Estarás contenta, cuñadita –dice Tony sonriendo.
Eso de que me llamen “cuñadita” es nuevo, nunca lo habían hecho. La verdad es que tengo un cuñado maravilloso.
-Sí, cuñadito –digo riendo.- La verdad es que ha sido un buen regalo porque me hacía falta un móvil bueno, pero para mí, el mejor regalo que él me puede hacer, es estar conmigo –digo casi con lágrimas en los ojos. Estoy emocionada, porque aún no me puedo creer que él este conmigo. Es algo que nunca olvidaré.
-Qué bonito… -dice Tony también emocionado.
Abraham me coge de la cintura y me besa. Veo que le saltan las lágrimas. Me parece que él también se ha emocionado con lo que acabo de decir. Los hermanos Mateo son muy sensibles, eso me encanta.
-No llores…-le seco las lágrimas.- La que debería llorar soy yo, por todo esto que me está pasando. Te quiero mucho.
-Yo sí que te quiero, cariño.
lunes, 21 de enero de 2013
Capítulo 11.
Como estaba previsto, hoy van a venir los amigos de Abraham.
Tengo muchas ganas de conocerlos. Vendrán después de comer. Ahora por la mañana
Abraham no tiene trabajo, así que, Tony, él y yo nos vamos a la piscina. Hacía
una semana que no íbamos, por causa del trabajo de Abraham, pero por fin hemos
podido encontrar un hueco.
Llegamos a la piscina y nos tiramos en seguida al agua, estamos que nos ahogamos del calor. Mucha agua en verano no viene para nada mal. Abraham empieza a abrazarme y a darme besos muy tiernos. Cómo me gusta que esté tan pendiente de mí.
Tony nos ve.
-Qué monos. Hacéis muy buena pareja.
Me encanta que nos digan que hacemos buena pareja, eso me sube la moral.
-Gracias. Ya nos lo dijo Jacobo –dice Abraham.
Después de unos minutos, Tony se escabulle y, cuando sale, Abraham y yo empezamos a salpicarle y él nos sigue la corriente.
-¿Queréis brega, ¿eh? ¡Pues aquí la tenéis! –dice Tony de cachondeo.
Tony, sin querer, al hacer mucha fuerza salpicándonos, me ha hecho daño en el ojo.
-Ay, me escuece mucho –digo.
-¿Te he hecho daño? Lo siento –dice Tony.
Viene y me da un abrazo. Abraham y Tony son muy cariñosos. Me encantan los chicos cariñosos. Pero no me voy a enamorar de Tony, claro, porque estoy con Abraham y no lo cambiaría por nada del mundo. Además, Tony tiene novia.
Me pasa el dolor y seguimos jugando.
Después de estar una hora y media refrescándonos, nos dirigimos al hotel. Es hora de comer. Muy pronto llegarán los amigos de Abraham. Tengo que ponerme guapa. Mientras, Tony me pide que le haga un masaje, de broma, pero me hacía ilusión hacérselo porque de pequeña me gustaba hacer masajes y todos me decían que los hacía bien. Así que, ¿por qué no hacérselo?
-Qué bueno… -dice Tony relajado.
-¿Te sienta bien el masaje?
-Mucho.
Acabo, me arreglo y nos vamos a comer. Estoy muy nerviosa. Estoy deseando que lleguen ya Paula, Víctor y Daniel. Menos mal que está Paula, porque si no estaría rodeada de chicos.
Hoy, para comer, nos toca espaguetis con huevo frito y ketchup, la comida preferida de Abraham. A mí también me gusta mucho.
Las 15:00h. del mediodía. Se escuchan ruidos por el pasillo del hotel. Llaman a la puerta y hay 3 adolescentes en la puerta. Son ellos, los compañeros de Abraham.
-¡Hola! ¡Ya estamos aquí! –dice gritando uno de los chicos.
-Hola –dice la chica, Paula.
-Buenas tardes –dice el otro chico.
No sé quién de los dos es Daniel y quién es Víctor.
-Hola chicos –digo yo.
Abraham me los presenta. Les doy dos besos a cada uno.
Daniel es el que ha dicho “¡Hola! ¡Ya estamos aquí!”, y Víctor es el último que ha saludado. Daniel es un chico alto, mide más o menos lo mismo que Abraham, es moreno y con los ojos marrones. Víctor es rubio, con los ojos azules. Es un poco más bajo que Daniel y Abraham, pero no se nota mucho. Daniel y Víctor son muy monos.
Paula es medio castaña medio rubia, como yo.
-¿Qué tal, guapa? –dice Daniel.
Daniel es el más abierto.
-Muy bien, ¿y tú?
-Muy bien, aquí con ganas de pasarlo muy bien con vosotros –dice.- Ya me ha contado Abraham que sois novios. Enhorabuena.
-¿Ya te lo ha contado? Si hace nada que estamos saliendo –digo entre risas.
Nos vamos todos al patio donde Abraham me abrazó por primera vez, para hablar un rato y conocerles. Cada vez que entro allí, se me escapa una pequeña sonrisa. Abraham tenía razón, son muy majos y habladores, como él. Paula se sienta a mi lado y nos ponemos a hablar. Es muy abierta también, pero yo creo que a Daniel en eso no lo supera nadie.
Llegamos a la piscina y nos tiramos en seguida al agua, estamos que nos ahogamos del calor. Mucha agua en verano no viene para nada mal. Abraham empieza a abrazarme y a darme besos muy tiernos. Cómo me gusta que esté tan pendiente de mí.
Tony nos ve.
-Qué monos. Hacéis muy buena pareja.
Me encanta que nos digan que hacemos buena pareja, eso me sube la moral.
-Gracias. Ya nos lo dijo Jacobo –dice Abraham.
Después de unos minutos, Tony se escabulle y, cuando sale, Abraham y yo empezamos a salpicarle y él nos sigue la corriente.
-¿Queréis brega, ¿eh? ¡Pues aquí la tenéis! –dice Tony de cachondeo.
Tony, sin querer, al hacer mucha fuerza salpicándonos, me ha hecho daño en el ojo.
-Ay, me escuece mucho –digo.
-¿Te he hecho daño? Lo siento –dice Tony.
Viene y me da un abrazo. Abraham y Tony son muy cariñosos. Me encantan los chicos cariñosos. Pero no me voy a enamorar de Tony, claro, porque estoy con Abraham y no lo cambiaría por nada del mundo. Además, Tony tiene novia.
Me pasa el dolor y seguimos jugando.
Después de estar una hora y media refrescándonos, nos dirigimos al hotel. Es hora de comer. Muy pronto llegarán los amigos de Abraham. Tengo que ponerme guapa. Mientras, Tony me pide que le haga un masaje, de broma, pero me hacía ilusión hacérselo porque de pequeña me gustaba hacer masajes y todos me decían que los hacía bien. Así que, ¿por qué no hacérselo?
-Qué bueno… -dice Tony relajado.
-¿Te sienta bien el masaje?
-Mucho.
Acabo, me arreglo y nos vamos a comer. Estoy muy nerviosa. Estoy deseando que lleguen ya Paula, Víctor y Daniel. Menos mal que está Paula, porque si no estaría rodeada de chicos.
Hoy, para comer, nos toca espaguetis con huevo frito y ketchup, la comida preferida de Abraham. A mí también me gusta mucho.
Las 15:00h. del mediodía. Se escuchan ruidos por el pasillo del hotel. Llaman a la puerta y hay 3 adolescentes en la puerta. Son ellos, los compañeros de Abraham.
-¡Hola! ¡Ya estamos aquí! –dice gritando uno de los chicos.
-Hola –dice la chica, Paula.
-Buenas tardes –dice el otro chico.
No sé quién de los dos es Daniel y quién es Víctor.
-Hola chicos –digo yo.
Abraham me los presenta. Les doy dos besos a cada uno.
Daniel es el que ha dicho “¡Hola! ¡Ya estamos aquí!”, y Víctor es el último que ha saludado. Daniel es un chico alto, mide más o menos lo mismo que Abraham, es moreno y con los ojos marrones. Víctor es rubio, con los ojos azules. Es un poco más bajo que Daniel y Abraham, pero no se nota mucho. Daniel y Víctor son muy monos.
Paula es medio castaña medio rubia, como yo.
-¿Qué tal, guapa? –dice Daniel.
Daniel es el más abierto.
-Muy bien, ¿y tú?
-Muy bien, aquí con ganas de pasarlo muy bien con vosotros –dice.- Ya me ha contado Abraham que sois novios. Enhorabuena.
-¿Ya te lo ha contado? Si hace nada que estamos saliendo –digo entre risas.
Nos vamos todos al patio donde Abraham me abrazó por primera vez, para hablar un rato y conocerles. Cada vez que entro allí, se me escapa una pequeña sonrisa. Abraham tenía razón, son muy majos y habladores, como él. Paula se sienta a mi lado y nos ponemos a hablar. Es muy abierta también, pero yo creo que a Daniel en eso no lo supera nadie.
domingo, 20 de enero de 2013
Capítulo 10.
Acabamos de grabar. La canción ha quedado preciosa. Estoy
muy orgullosa de lo que acabo de hacer, sé que lo he hecho bien y me alegro.
Nos vamos un rato a un parque que hay cerca del estudio para despejarnos un poco y estar juntos en un sitio bonito. El parque es grande y muy chulo. Nos sentamos en un banco y hay silencio durante varios minutos, aunque el sonido de los pájaros nos hace relajarnos.
-No quiero que esto acabe nunca –digo triste.
-Pero se tiene que acabar. Es ley de vida.
-Estoy triste.
-No estés triste. No me gusta verte triste. Aún nos queda un mes para disfrutar –dice casi susurrándome y me da un beso a la mejilla.- Aunque no nos veamos mucho cuando empiece el instituto, vamos a permanecer juntos. Siempre. ¿Vale?
-Lo sé… Pero será duro.
-Sí, lo será. Pero no te preocupes.
Nos vamos un rato a un parque que hay cerca del estudio para despejarnos un poco y estar juntos en un sitio bonito. El parque es grande y muy chulo. Nos sentamos en un banco y hay silencio durante varios minutos, aunque el sonido de los pájaros nos hace relajarnos.
-No quiero que esto acabe nunca –digo triste.
-Pero se tiene que acabar. Es ley de vida.
-Estoy triste.
-No estés triste. No me gusta verte triste. Aún nos queda un mes para disfrutar –dice casi susurrándome y me da un beso a la mejilla.- Aunque no nos veamos mucho cuando empiece el instituto, vamos a permanecer juntos. Siempre. ¿Vale?
-Lo sé… Pero será duro.
-Sí, lo será. Pero no te preocupes.
Después de un rato, nos vamos hacia el hotel. Yo me acuesto
en la cama y me duermo, estoy cansada. No sé cómo lo hago, pero me canso en
seguida.
Me despiertan unas voces que hablan fuerte. Es Araham hablando con nosequién. Me levanto y me veo a Tony, el hermano de Abraham. Me quedo boquiabierta. No me lo creo.
-¿Hola? ¡Eres Tony! –digo ilusionada.
-Así es. Tony Mateo Chamorro –dice riendo.- ¿Qué tal guapa? ¿Cómo te llamas?
Su risa es pegadiza y dulce, como la de Abraham.
-Sara.
-Qué bonito nombre.
Tony es más guapo en persona que en las fotos. Me quedé paralizada cuando lo vi.
-Gracias –digo y me sonrojo.
-¿A qué no te lo esperabas? Te quería hacer esta pequeña sorpresa –dice Abraham.
-Pues no, la verdad es que no me lo esperaba. Esto es una pedazo de sorpresa, sí señor –digo contentísima.
-Me alegro de que hayas tenido la oportunidad de conocerme tanto a mí, como a mi hermano –dice Tony.- A parte de venir aquí a hacerte esta sorpresa, he venido también a grabar unos cuántos temitas para mi primer disco.
-¿Vas a sacar tú también un nuevo disco? –digo sorprendida.
-Sí, tengo muchas ganas de sacarlo ya. Supongo que a principio del año que viene ya estará a la venta.
-¡Qué bien! Iré a comprarlo seguro –digo.
Tony deja todas sus cosas encima de la cama y lo deja en el armario de Jacobo, ya que en el mío y en el de Abraham no cabe.
-Tony, tendrás que dormir conmigo, porque Abraham duerme con su “princesa traviesa” –dice Jacobo sonriendo.
-Me parece bien –dice.
-Pero cuidado, no os enrolléis. Sara y yo os estaremos vigilando –dice Abraham.
Todos empezamos a reírnos muchísimo. Yo lloré y todo de la risa.
Después de que se me fuera la risa, le dije a Tony:
-¿Te vas a quedar hasta que acaben las vacaciones? –digo.
-Sí, me iré con vosotros hacia casa.
-Qué bien –digo contenta.-Y Carolina, tu novia, ¿no viene?
-No, se ha ido de vacaciones con su familia. La hecho de menos.
-Oh, qué bonito.
-Hablando de novios… ¿A qué nos sabes qué, Tony? –dice Abraham.
-¿Qué?
-Sara y yo estamos saliendo juntos. Desde ayer por la noche.
Tony hacía cara como diciendo: ¿Qué?
De repente, suena el móvil de Abraham. No sé con quién habla, espero a que acabe para saber quién es. Tengo curiosidad.
-¿Quién es? –pregunto.
-Es Daniel, un amigo de clase. Dice que mañana vendrá con Víctor y Paula. Son mis compañeros de clase. Hace unos días les dije si querían venir, así somos más gente y es más divertido. Les trae el padre de Daniel. Dormirán en la habitación de aquí al lado. ¿Qué te parece?
-Qué casualidad. Hoy ha venido Tony, y mañana vendrán ellos –digo riendo.- Me parece muy bien.
Tengo ganas de que vengan, para conocerles y tal. Deben de ser majos.
Me despiertan unas voces que hablan fuerte. Es Araham hablando con nosequién. Me levanto y me veo a Tony, el hermano de Abraham. Me quedo boquiabierta. No me lo creo.
-¿Hola? ¡Eres Tony! –digo ilusionada.
-Así es. Tony Mateo Chamorro –dice riendo.- ¿Qué tal guapa? ¿Cómo te llamas?
Su risa es pegadiza y dulce, como la de Abraham.
-Sara.
-Qué bonito nombre.
Tony es más guapo en persona que en las fotos. Me quedé paralizada cuando lo vi.
-Gracias –digo y me sonrojo.
-¿A qué no te lo esperabas? Te quería hacer esta pequeña sorpresa –dice Abraham.
-Pues no, la verdad es que no me lo esperaba. Esto es una pedazo de sorpresa, sí señor –digo contentísima.
-Me alegro de que hayas tenido la oportunidad de conocerme tanto a mí, como a mi hermano –dice Tony.- A parte de venir aquí a hacerte esta sorpresa, he venido también a grabar unos cuántos temitas para mi primer disco.
-¿Vas a sacar tú también un nuevo disco? –digo sorprendida.
-Sí, tengo muchas ganas de sacarlo ya. Supongo que a principio del año que viene ya estará a la venta.
-¡Qué bien! Iré a comprarlo seguro –digo.
Tony deja todas sus cosas encima de la cama y lo deja en el armario de Jacobo, ya que en el mío y en el de Abraham no cabe.
-Tony, tendrás que dormir conmigo, porque Abraham duerme con su “princesa traviesa” –dice Jacobo sonriendo.
-Me parece bien –dice.
-Pero cuidado, no os enrolléis. Sara y yo os estaremos vigilando –dice Abraham.
Todos empezamos a reírnos muchísimo. Yo lloré y todo de la risa.
Después de que se me fuera la risa, le dije a Tony:
-¿Te vas a quedar hasta que acaben las vacaciones? –digo.
-Sí, me iré con vosotros hacia casa.
-Qué bien –digo contenta.-Y Carolina, tu novia, ¿no viene?
-No, se ha ido de vacaciones con su familia. La hecho de menos.
-Oh, qué bonito.
-Hablando de novios… ¿A qué nos sabes qué, Tony? –dice Abraham.
-¿Qué?
-Sara y yo estamos saliendo juntos. Desde ayer por la noche.
Tony hacía cara como diciendo: ¿Qué?
De repente, suena el móvil de Abraham. No sé con quién habla, espero a que acabe para saber quién es. Tengo curiosidad.
-¿Quién es? –pregunto.
-Es Daniel, un amigo de clase. Dice que mañana vendrá con Víctor y Paula. Son mis compañeros de clase. Hace unos días les dije si querían venir, así somos más gente y es más divertido. Les trae el padre de Daniel. Dormirán en la habitación de aquí al lado. ¿Qué te parece?
-Qué casualidad. Hoy ha venido Tony, y mañana vendrán ellos –digo riendo.- Me parece muy bien.
Tengo ganas de que vengan, para conocerles y tal. Deben de ser majos.
sábado, 19 de enero de 2013
Capítulo 9.
En seguida que llegamos al hotel, llamo a mis padres para contarles todo
esto que me acaba de pasar. La verdad es que se alegran mucho por mí.
Jacobo nos ve cogidos de la mano.
-Em… ¿Qué hacéis cogidos de la mano? –pregunta con curiosidad.
-Los dos cogidos de la mano… por la calles. Y regalándonos mil besos… en cada rincón -digo cantando esta preciosa canción del primer disco de Abraham.
Abraham se ríe.
-Qué bien cantas, me hipnotizas –dice. Seguidamente le dice a Jacobo:
-Somos novios.
-¿En serio?
-Sí. Desde hace menos de una hora. ¿Cómo lo ves? –digo.
-Me parece muy bien, ya os dije que hacéis muy buena pareja.
-Gracias –dice Abraham.
-Ahora os toca ser felices –dice Jacobo sonriendo.- En 10 minutos bajaremos a cenar, que ya son más de las 10.
Mientras, Abraham y yo nos tumbamos en la cama. Estamos cansados. Ha sido un largo día de trabajo y de no estar quietos.
Abraham me vuelve a besar.
-Estaría besándote todo el día –dice.
-Yo también. Gracias por todo esto.
-Gracias a ti también, por estar aquí, conmigo.
Estoy muy bien con Abraham. Me pasaría cada segundo que pasa a su lado.
-Mañana nos toca grabar el tema, ¿eh? –dice.
-Sí, qué ganas. Nunca he grabado en un estudio, será mi primera vez.
Las 10:15 de la mañana. Jacobo nos despierta. Ya estamos a 19 de Julio. Sólo queda poco más de un mes. Digo solo, aunque sea mucho, porque el tiempo aquí me pasa volando.
Tenemos que ir a grabar nuestro tema. Si fuera para ir a clase no me levantaría, pero como es para grabar, me levanto con todas las ganas del mundo. Estoy radiante de felicidad. Me noto unas pequeñas cosquillas en el estómago, estoy muy nerviosa.
-¿Tienes ganas? –pregunta Jacobo.
-Demasiadas –digo.
De repente, me llaman al móvil.
-¿Sí?
-Sara, soy Alicia.
Alicia es una de mis mejores amigas.
-Ah, ¡hola!
-¿Cómo te lo estás pasando?
-¡De maravilla! No te vas a creer lo que me pasó anoche.
-¿Qué te paso?
-Abraham me besó por primera vez. ¡Estamos saliendo juntos!
-¡¿Qué?!
-Sí, sí, cómo lo escuchas.
-¿En serio? ¡Qué fuerte! Me alegro mucho por ti.
-Gracias. Ahora nos vamos a ir al estudio de grabación a grabar un tema que compusimos Abraham y yo. Tengo unos nervios… Será la primera vez que grabo –digo.
-Qué bien. Bueno, espero que sigas pasándolo bien y ya me contarás que más pasa. Adiós, un beso.
-¡Adiós! Que a ti te vaya bien con Pablo.
Cuelgo. Abraham ha estado escuchando toda la conversación, ya que estaba a mi lado hablando por el WhatsApp.
-¿Es tuyo el móvil? –pregunta.
-Sí, es un asco. No tiene ni Wi-Fi. Les insistí a mis padres para que me comprasen uno bueno, con Wi-Fi y eso, pero no me dejaron…Yo quería el Samsung Galaxy S2.
Abraham se queda callado. Luego dice:
-Vaya, lo siento.
-No pasa nada, al menos tengo móvil.
Bajamos a desayunar y nos dirigimos hacia el estudio de grabación. Mientras vamos por la calle, hay mucho tráfico. Son casi las 11 y ya hay mucha gente por la calle.
Llegamos y Jacobo prepara las cosas para grabar. El estribillo de la canción es así:
Jacobo nos ve cogidos de la mano.
-Em… ¿Qué hacéis cogidos de la mano? –pregunta con curiosidad.
-Los dos cogidos de la mano… por la calles. Y regalándonos mil besos… en cada rincón -digo cantando esta preciosa canción del primer disco de Abraham.
Abraham se ríe.
-Qué bien cantas, me hipnotizas –dice. Seguidamente le dice a Jacobo:
-Somos novios.
-¿En serio?
-Sí. Desde hace menos de una hora. ¿Cómo lo ves? –digo.
-Me parece muy bien, ya os dije que hacéis muy buena pareja.
-Gracias –dice Abraham.
-Ahora os toca ser felices –dice Jacobo sonriendo.- En 10 minutos bajaremos a cenar, que ya son más de las 10.
Mientras, Abraham y yo nos tumbamos en la cama. Estamos cansados. Ha sido un largo día de trabajo y de no estar quietos.
Abraham me vuelve a besar.
-Estaría besándote todo el día –dice.
-Yo también. Gracias por todo esto.
-Gracias a ti también, por estar aquí, conmigo.
Estoy muy bien con Abraham. Me pasaría cada segundo que pasa a su lado.
-Mañana nos toca grabar el tema, ¿eh? –dice.
-Sí, qué ganas. Nunca he grabado en un estudio, será mi primera vez.
Las 10:15 de la mañana. Jacobo nos despierta. Ya estamos a 19 de Julio. Sólo queda poco más de un mes. Digo solo, aunque sea mucho, porque el tiempo aquí me pasa volando.
Tenemos que ir a grabar nuestro tema. Si fuera para ir a clase no me levantaría, pero como es para grabar, me levanto con todas las ganas del mundo. Estoy radiante de felicidad. Me noto unas pequeñas cosquillas en el estómago, estoy muy nerviosa.
-¿Tienes ganas? –pregunta Jacobo.
-Demasiadas –digo.
De repente, me llaman al móvil.
-¿Sí?
-Sara, soy Alicia.
Alicia es una de mis mejores amigas.
-Ah, ¡hola!
-¿Cómo te lo estás pasando?
-¡De maravilla! No te vas a creer lo que me pasó anoche.
-¿Qué te paso?
-Abraham me besó por primera vez. ¡Estamos saliendo juntos!
-¡¿Qué?!
-Sí, sí, cómo lo escuchas.
-¿En serio? ¡Qué fuerte! Me alegro mucho por ti.
-Gracias. Ahora nos vamos a ir al estudio de grabación a grabar un tema que compusimos Abraham y yo. Tengo unos nervios… Será la primera vez que grabo –digo.
-Qué bien. Bueno, espero que sigas pasándolo bien y ya me contarás que más pasa. Adiós, un beso.
-¡Adiós! Que a ti te vaya bien con Pablo.
Cuelgo. Abraham ha estado escuchando toda la conversación, ya que estaba a mi lado hablando por el WhatsApp.
-¿Es tuyo el móvil? –pregunta.
-Sí, es un asco. No tiene ni Wi-Fi. Les insistí a mis padres para que me comprasen uno bueno, con Wi-Fi y eso, pero no me dejaron…Yo quería el Samsung Galaxy S2.
Abraham se queda callado. Luego dice:
-Vaya, lo siento.
-No pasa nada, al menos tengo móvil.
Bajamos a desayunar y nos dirigimos hacia el estudio de grabación. Mientras vamos por la calle, hay mucho tráfico. Son casi las 11 y ya hay mucha gente por la calle.
Llegamos y Jacobo prepara las cosas para grabar. El estribillo de la canción es así:
Sin ti
soy como el denso humo que
se disuelve en un recuerdo
de una bonita historia de amor que
intentaré plasmar en este lienzo.
soy como el denso humo que
se disuelve en un recuerdo
de una bonita historia de amor que
intentaré plasmar en este lienzo.
Como ya dije, es una canción preciosa, lenta y romántica. Me
encanta.
jueves, 17 de enero de 2013
Capítulo 8.
Ya ha pasado más de una semana. Me ha pasado todo este tiempo volando.
Estoy disfrutando de estas vacaciones, son las mejores de mi vida.
Son las 9 de la tarde, muy pronto va a hacerse de noche.
-¿Te apetece que vallamos a un “lugar secreto”? –pregunta Abraham.
-¿Un lugar secreto?
-Sí, es un lugar precioso. Jacobo me lo enseñó y me enamoré de ese sitio. Está a punto de hacerse de noche, y ver el anochecer es algo que me encanta.
-Vale, vamos. ¿Está muy lejos?
-No, no está nada lejos. Serán unos 15 minutos de camino.
Nos pasamos los 15 minutos de camino hablando. Llegamos y la verdad es que me he quedado asombrada. Hemos llegado justo al anochecer. Es un lugar alto, con muchos árboles y bancos. Creo que nunca he visto un sitio tan maravilloso como este.
-¿Te gusta? –pregunta.
-Me encanta. Es realmente precioso, ver el anochecer desde aquí es una de las mejores cosas que he visto, en serio.
-Me alegro mucho de que te guste.
Nos sentamos en uno de los bancos y observamos el paisaje. Hay tipo una valla delante de nosotros y bajo hay una cascada increíblemente chula. Abraham ha cogido la cámara sin darme yo cuenta, y está haciendo fotos al precioso paisaje. Disimuladamente me hace fotos a mí, pero yo no soy tonta y veo que me está haciendo fotos.
-Jo, ¿por qué me haces fotos? Sabes que no me gusta, y salgo mal –digo dándole codazos y sonriéndole..
-No, no sales mal. ¿Te acuerdas en el coche? Saliste guapísima.
-Bueno, eso de guapísima…
Me interrumpe.
-¿Eso de guapísima qué? Lo eres, y no quiero que te quejes –me dice deslizando mi dedo sobre mi nariz.
Nos quedamos unos minutos sin decir nada. Noto que Abraham empieza a acercarse a mí, y yo también lo hago, pero me muevo solo unos poco centímetros. Él me mira, yo le miro. Los dos nos movemos al mismo tiempo y nuestros labios se encuentran. Al principio es torpe. Su nariz me golpetea los labios y mi barbilla choca con la suya. Pero él sonríe y nos tomamos nuestro tiempo hasta que encontramos el ritmo de otro.
Paso mis labios ligeramente por los suyos, exploro su lengua suavemente con la mía. Él me acaricia el pelo. Aspiro el olor de su piel.
Nos besamos despacio, delicadamente, disponemos de todo el tiempo del mundo, tenemos todo el tiempo y el espacio para conocernos en libertad, y para besarnos cuanto queramos.
Abraham se aparta de mí. Recorre mi mandíbula con un dedo y lo desplaza hacia mi cuello, seguidamente me susurra al oído:
-Te quiero.
-Yo también a ti –digo.
Ha sido el mejor momento de mi vida. No puedo entender cómo he podido besar a mi ídolo. Me alegro muchísimo de haberlo hecho, me ha encantado. Mi primer beso con la persona que realmente he estado enamorada desde hace mucho tiempo en un sitio precioso viendo el anochecer, será un recuerdo que jamás olvidaré.
-Besas muy bien –digo.
-Tú también –dice, y sonríe.
Seguidamente, vuelve a acercarse a mí, me abraza con muchísima fuerza, cómo si me fuera a escapar, y me vuelve a besar. Un beso lento y dulce.
-Me encantas –dice.
-Tú también a mí.
-Después de esto… me gustaría pedirte una cosa.
-¿Qué cosa?
-Em… ¿Quieres… salir conmigo?
En ese mismo instante el corazón me iba muy rápido. Me quedé sin palabras. Quería decirle que sí, pero las palabras no me salían. Finalmente me tranquilicé y le dije que sí.
Nos levantamos para irnos, ya son casi las 10 de la noche.
-Pero con la condición de que me ames tanto como te amo yo.
-Eso ya lo hago, te quiero más que tú a mí, eso tenlo claro –digo con una pedazo de sonrisa.
-No, yo te quiero más.
-No, yo más.
-Yo más.
Esas discusiones del “yo te quiero más” me encantan.
-Yo más…
Me aparta el pelo y me acaricia dándome el tercer beso de la noche. Desliza su mano sobre mi cuerpo hasta llegar a la cintura.
-¿Vamos al hotel? –pregunta.
-Vamos.
Me coge de la mano y nos dirigimos hacia allí.
Son las 9 de la tarde, muy pronto va a hacerse de noche.
-¿Te apetece que vallamos a un “lugar secreto”? –pregunta Abraham.
-¿Un lugar secreto?
-Sí, es un lugar precioso. Jacobo me lo enseñó y me enamoré de ese sitio. Está a punto de hacerse de noche, y ver el anochecer es algo que me encanta.
-Vale, vamos. ¿Está muy lejos?
-No, no está nada lejos. Serán unos 15 minutos de camino.
Nos pasamos los 15 minutos de camino hablando. Llegamos y la verdad es que me he quedado asombrada. Hemos llegado justo al anochecer. Es un lugar alto, con muchos árboles y bancos. Creo que nunca he visto un sitio tan maravilloso como este.
-¿Te gusta? –pregunta.
-Me encanta. Es realmente precioso, ver el anochecer desde aquí es una de las mejores cosas que he visto, en serio.
-Me alegro mucho de que te guste.
Nos sentamos en uno de los bancos y observamos el paisaje. Hay tipo una valla delante de nosotros y bajo hay una cascada increíblemente chula. Abraham ha cogido la cámara sin darme yo cuenta, y está haciendo fotos al precioso paisaje. Disimuladamente me hace fotos a mí, pero yo no soy tonta y veo que me está haciendo fotos.
-Jo, ¿por qué me haces fotos? Sabes que no me gusta, y salgo mal –digo dándole codazos y sonriéndole..
-No, no sales mal. ¿Te acuerdas en el coche? Saliste guapísima.
-Bueno, eso de guapísima…
Me interrumpe.
-¿Eso de guapísima qué? Lo eres, y no quiero que te quejes –me dice deslizando mi dedo sobre mi nariz.
Nos quedamos unos minutos sin decir nada. Noto que Abraham empieza a acercarse a mí, y yo también lo hago, pero me muevo solo unos poco centímetros. Él me mira, yo le miro. Los dos nos movemos al mismo tiempo y nuestros labios se encuentran. Al principio es torpe. Su nariz me golpetea los labios y mi barbilla choca con la suya. Pero él sonríe y nos tomamos nuestro tiempo hasta que encontramos el ritmo de otro.
Paso mis labios ligeramente por los suyos, exploro su lengua suavemente con la mía. Él me acaricia el pelo. Aspiro el olor de su piel.
Nos besamos despacio, delicadamente, disponemos de todo el tiempo del mundo, tenemos todo el tiempo y el espacio para conocernos en libertad, y para besarnos cuanto queramos.
Abraham se aparta de mí. Recorre mi mandíbula con un dedo y lo desplaza hacia mi cuello, seguidamente me susurra al oído:
-Te quiero.
-Yo también a ti –digo.
Ha sido el mejor momento de mi vida. No puedo entender cómo he podido besar a mi ídolo. Me alegro muchísimo de haberlo hecho, me ha encantado. Mi primer beso con la persona que realmente he estado enamorada desde hace mucho tiempo en un sitio precioso viendo el anochecer, será un recuerdo que jamás olvidaré.
-Besas muy bien –digo.
-Tú también –dice, y sonríe.
Seguidamente, vuelve a acercarse a mí, me abraza con muchísima fuerza, cómo si me fuera a escapar, y me vuelve a besar. Un beso lento y dulce.
-Me encantas –dice.
-Tú también a mí.
-Después de esto… me gustaría pedirte una cosa.
-¿Qué cosa?
-Em… ¿Quieres… salir conmigo?
En ese mismo instante el corazón me iba muy rápido. Me quedé sin palabras. Quería decirle que sí, pero las palabras no me salían. Finalmente me tranquilicé y le dije que sí.
Nos levantamos para irnos, ya son casi las 10 de la noche.
-Pero con la condición de que me ames tanto como te amo yo.
-Eso ya lo hago, te quiero más que tú a mí, eso tenlo claro –digo con una pedazo de sonrisa.
-No, yo te quiero más.
-No, yo más.
-Yo más.
Esas discusiones del “yo te quiero más” me encantan.
-Yo más…
Me aparta el pelo y me acaricia dándome el tercer beso de la noche. Desliza su mano sobre mi cuerpo hasta llegar a la cintura.
-¿Vamos al hotel? –pregunta.
-Vamos.
Me coge de la mano y nos dirigimos hacia allí.
martes, 15 de enero de 2013
Capítulo 7.
Abraham empieza a grabar. Siempre he tenido curiosidad por saber cómo graban
los artistas. Me gusta investigar en el estudio, es una sensación muy chula,
porque la música es algo que llevo muy dentro. Jacobo, mientras, me explica
cómo funciona eso de grabar y tal.
Se me ponen los pelos de punta viendo a Abraham grabando, le pone un sentimiento a la canción… Y eso que es muy movida. Se nota la pasión que siente por la música.
Termina de grabar. Escuchamos el resultado y… ¡suena de maravilla! A él no hace falta ni que le pongan efectos en la canción. Sencillamente, con su portentosa y dulce voz no hace falta.
Acabamos y nos dirigimos al hotel, a componer el nuevo tema que yo le prometí a Abraham que compondría con él, y que grabaría. A él no le cuesta nada componer, en cambio a mi me cuesta muchísimo, por lo tanto, me explica y me ayuda más o menos a componer. La verdad es que estoy aprendiendo muchísimas cosas de él.
Estamos componiendo una canción romántica preciosa, estoy segura de que nos va a quedar perfecta.
-Tú eres la que me estás inspirando a escribir esta canción –dice.
-¿En serio?
Me pongo colorada.
-Sí, en serio. Por cierto… Te has puesto rojita –dice sonriendo.
-Qué vergüenza, no me gusta que me vean roja digo tapándome la cara con las manos.
-Pues estás guapísima así, te seguiré diciendo cosas bonitas para que no dejes de estar colorada.
-Qué malo eres… -digo bromeando.
Se me ponen los pelos de punta viendo a Abraham grabando, le pone un sentimiento a la canción… Y eso que es muy movida. Se nota la pasión que siente por la música.
Termina de grabar. Escuchamos el resultado y… ¡suena de maravilla! A él no hace falta ni que le pongan efectos en la canción. Sencillamente, con su portentosa y dulce voz no hace falta.
Acabamos y nos dirigimos al hotel, a componer el nuevo tema que yo le prometí a Abraham que compondría con él, y que grabaría. A él no le cuesta nada componer, en cambio a mi me cuesta muchísimo, por lo tanto, me explica y me ayuda más o menos a componer. La verdad es que estoy aprendiendo muchísimas cosas de él.
Estamos componiendo una canción romántica preciosa, estoy segura de que nos va a quedar perfecta.
-Tú eres la que me estás inspirando a escribir esta canción –dice.
-¿En serio?
Me pongo colorada.
-Sí, en serio. Por cierto… Te has puesto rojita –dice sonriendo.
-Qué vergüenza, no me gusta que me vean roja digo tapándome la cara con las manos.
-Pues estás guapísima así, te seguiré diciendo cosas bonitas para que no dejes de estar colorada.
-Qué malo eres… -digo bromeando.
Finalmente acabamos, como he dicho antes, la canción nos ha
quedado increíblemente chula. Falta grabarla. Seguramente la grabaremos en un
semana, o poco más.
-¿He trabajado? –dice.
-Sí, y mucho. Ahora viene tu recompensa… ¡Ir esta tarde a la piscina!
Tengo muchas ganas de ir, será mi primer día del verano que voy a la piscina.
Jacobo está con nosotros.
-Jacobo, ¿te vienes esta tarde a la piscina con nosotros? –pregunto.
-No, lo siento, tengo que hacer unas cosas importantes.
-Venga solo será un ratito –dice Abraham.
-No, en serio, no puedo. Si eso otro día –dice sonriendo.
Comemos y seguidamente nos dirigimos hacia la piscina. Está abarrotada, no cabe ni un alma.
-¿Nos tiramos? –pregunta Abraham.
-Quiero hacer la digestión. Eso de comer y luego tirarme… no me hace mucha gracia. Ve tú si quieres.
-No.
-¿Por qué?
-Porque no voy a dejarte aquí sola, delante de tanta gente. ¿Y si te secuestran? –dice entre bromas.
-No me van a secuestrar…
-Da igual, quiero estar todo el tiempo que sea contigo, a tu lado.
Sonrío.
-Qué persona tan maravillosa eres. Eres increíble.
Mientras nos tumbamos encima de las toallas me dice:
-Tú también lo eres. Solo te conozco dos días, pero te estás convirtiendo en una de las personas más importantes en mi vida –dice con mucho sentimiento. Se le ve en los ojos que siente algo por mí, pero no voy a adelantarme.- No sabes todo lo que nos queda por vivir este verano. Nos lo pasaremos en grande.
-¿Una de las personas más importantes en tu vida? Eso es mucho decir. Tus palabras me llegan al corazón…
-Tú sonrisa es muy bonita…
-Muchas gracias. La tuya también.
Entre tanto hablar, ya ha pasado más de una hora. Ya nos podemos tirar al agua. Me quito la ropa, y me quedo en biquini. Le pido Abraham que me ponga la crema solar en la espalda porque no llego. La suavidad con la que me pone la crema me relaja. Nos dirigimos hacia las duchas que hay para antes de tirarse a la piscina. Me coge de la cintura, me empuja hacia la piscina y me tira. Seguidamente Abraham se tira y empieza a salpicarme con el agua. Yo le sigo la corriente.
-¡Guerra de agua! –dice gritando.
Yo me río. Me lo estoy pasando en grande. Abraham es muy divertido.
Mientras estamos en el agua, empezamos a hablar sobre nuestra vida, nuestros gustos… y nos empezamos a conocer un poco más.
-Qué bien me caes, en serio –dice.
-Tú a mi también, desde Diciembre de 2009 –digo riendo.
-¿Esa fecha es el día que me descubriste?
-Sí, hace ya mucho, ¿eh?
-Muchísimo. En cambio yo solo te conozco de dos días. Es curioso.
Salimos de la piscina y nos duchamos en las duchas que hay allí. Abraham sale mucho antes, lógicamente, porque mi pelo es más largo que el suyo y cuesta más de cuidar.
-Te he estado esperando una hora –dice con tono de broma.
-Ale, exagerado, tanto no. Cómo mucho te habrás esperado 15 minutos –digo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Bueno, vale, tú tienes la razón. Siempre la tienes –dice apartándome el pelo de la cara.
-Nunca te había visto con el pelo mojado, qué guapa.
-Muchas gracias.
Todos los piropos que me dice me ayudan a estar de mejor humor. Me encanta que me los diga y que me bese a la mejilla. Yo de vez en cuando también le doy besos en la mejilla, y le acaricio. También le toco el pelo, es muy suave.
Llegamos al hotel y aún está Jacobo haciendo trabajo. Yo no sé cómo se las arregla, pero siempre está haciendo algo. Eso es bueno, porque luego los proyectos de Abraham salen increíbles.
-Jacobo, eres un crack. ¿Has podido aguantar estar ahí toda la tarde? –digo.
-Sí, se me ha pasado el tiempo volando.
-A mí también se me ha pasado el tiempo volando con Abraham.
-Y a mí también con ella –dice Abraham.
-Me alegro de que os llevéis tan bien. Hacéis muy buena pareja. Si fueráis novios… -dice Jacobo sonriendo.
Me pongo roja como un tomate.
-Aún nos tenemos que conocer más. Es demasiado pronto para ser novios –digo.
-¿He trabajado? –dice.
-Sí, y mucho. Ahora viene tu recompensa… ¡Ir esta tarde a la piscina!
Tengo muchas ganas de ir, será mi primer día del verano que voy a la piscina.
Jacobo está con nosotros.
-Jacobo, ¿te vienes esta tarde a la piscina con nosotros? –pregunto.
-No, lo siento, tengo que hacer unas cosas importantes.
-Venga solo será un ratito –dice Abraham.
-No, en serio, no puedo. Si eso otro día –dice sonriendo.
Comemos y seguidamente nos dirigimos hacia la piscina. Está abarrotada, no cabe ni un alma.
-¿Nos tiramos? –pregunta Abraham.
-Quiero hacer la digestión. Eso de comer y luego tirarme… no me hace mucha gracia. Ve tú si quieres.
-No.
-¿Por qué?
-Porque no voy a dejarte aquí sola, delante de tanta gente. ¿Y si te secuestran? –dice entre bromas.
-No me van a secuestrar…
-Da igual, quiero estar todo el tiempo que sea contigo, a tu lado.
Sonrío.
-Qué persona tan maravillosa eres. Eres increíble.
Mientras nos tumbamos encima de las toallas me dice:
-Tú también lo eres. Solo te conozco dos días, pero te estás convirtiendo en una de las personas más importantes en mi vida –dice con mucho sentimiento. Se le ve en los ojos que siente algo por mí, pero no voy a adelantarme.- No sabes todo lo que nos queda por vivir este verano. Nos lo pasaremos en grande.
-¿Una de las personas más importantes en tu vida? Eso es mucho decir. Tus palabras me llegan al corazón…
-Tú sonrisa es muy bonita…
-Muchas gracias. La tuya también.
Entre tanto hablar, ya ha pasado más de una hora. Ya nos podemos tirar al agua. Me quito la ropa, y me quedo en biquini. Le pido Abraham que me ponga la crema solar en la espalda porque no llego. La suavidad con la que me pone la crema me relaja. Nos dirigimos hacia las duchas que hay para antes de tirarse a la piscina. Me coge de la cintura, me empuja hacia la piscina y me tira. Seguidamente Abraham se tira y empieza a salpicarme con el agua. Yo le sigo la corriente.
-¡Guerra de agua! –dice gritando.
Yo me río. Me lo estoy pasando en grande. Abraham es muy divertido.
Mientras estamos en el agua, empezamos a hablar sobre nuestra vida, nuestros gustos… y nos empezamos a conocer un poco más.
-Qué bien me caes, en serio –dice.
-Tú a mi también, desde Diciembre de 2009 –digo riendo.
-¿Esa fecha es el día que me descubriste?
-Sí, hace ya mucho, ¿eh?
-Muchísimo. En cambio yo solo te conozco de dos días. Es curioso.
Salimos de la piscina y nos duchamos en las duchas que hay allí. Abraham sale mucho antes, lógicamente, porque mi pelo es más largo que el suyo y cuesta más de cuidar.
-Te he estado esperando una hora –dice con tono de broma.
-Ale, exagerado, tanto no. Cómo mucho te habrás esperado 15 minutos –digo con una sonrisa de oreja a oreja.
-Bueno, vale, tú tienes la razón. Siempre la tienes –dice apartándome el pelo de la cara.
-Nunca te había visto con el pelo mojado, qué guapa.
-Muchas gracias.
Todos los piropos que me dice me ayudan a estar de mejor humor. Me encanta que me los diga y que me bese a la mejilla. Yo de vez en cuando también le doy besos en la mejilla, y le acaricio. También le toco el pelo, es muy suave.
Llegamos al hotel y aún está Jacobo haciendo trabajo. Yo no sé cómo se las arregla, pero siempre está haciendo algo. Eso es bueno, porque luego los proyectos de Abraham salen increíbles.
-Jacobo, eres un crack. ¿Has podido aguantar estar ahí toda la tarde? –digo.
-Sí, se me ha pasado el tiempo volando.
-A mí también se me ha pasado el tiempo volando con Abraham.
-Y a mí también con ella –dice Abraham.
-Me alegro de que os llevéis tan bien. Hacéis muy buena pareja. Si fueráis novios… -dice Jacobo sonriendo.
Me pongo roja como un tomate.
-Aún nos tenemos que conocer más. Es demasiado pronto para ser novios –digo.
lunes, 14 de enero de 2013
Capítulo 6.
Ya es hora de acostarse. Es bastante tarde; Abraham y
yo nos hemos pasado prácticamente toda la noche jugando a la Wii. La verdad es
que conectamos muy bien, tenemos feeling. Quién sabe si algún día podemos
tener algo. Pero bueno, ahora no puedo pensar en eso, porque… ¿y si no pasa?
-Buenas noches, princesa traviesa –me dice con una sonrisa realmente brillante.
-Buenas noches, príncipe travieso –digo también con una magnífica sonrisa.
Suena el despertador. Siempre odiaré ese horrible pitido que se te mete en la cabeza.
-Hora de levantarse –dice Jacobo.
-Buenos días, princesa –dice Abraham.
-Muy buenos días, guapísimo –contesto.
Todos los días me levanto de mala leche, pero hoy ha sido totalmente diferente. He despertado con mi ídolo, y me ha dicho una de las frases que todas las chicas esperan: “Buenos días, princesa”.
Me levanto de la cama. Camino hacia el baño restregándome los ojos. Me lavo la cara para despejarme y me quedo mirándome al espejo, como cada mañana. Nos damos una pequeña ducha, nos vestimos y bajamos bajo a desayunar.
-Ahora, cuando acabemos de desayunar nos vamos a ir al estudio a grabar un tema, y luego compondré una canción. Si quieres me puedes ayudar a componer –dice entusiasmado.
-Por supuesto, por ti lo que haga falta.
-Prométeme que, si trabajo mucho esta mañana, vallamos esta tarde a la piscina. Pero solo si trabajo, ¿eh? –dice con un tono enamoradizo.
Es tan mono cuando se ríe…
-Venga, prometido –digo guiñándole el ojo.
Después de un minuto me dice:
-¿Alguna vez has estado en un estudio? –pregunta intrigado.
Es muy hablador, la verdad es que eso me gusta porque yo no hablo casi, y si me da cuerda, hablo más de lo normal.
-No, siempre ha sido mi sueño entrar en un estudio, y también grabar –digo.
-¿Tú cantas? –pregunta.
-Sí, siempre me ha encantado cantar.
-¿Y cantas bien?
-Bueno, eso no lo sé. Eso lo tendrás que decidir tú –digo sonriendo.
-Venga, canta.
-¿Ahora? Qué vergüenza, hay mucha gente, aquí delante de todos no voy a cantar.
Abraham se ríe.
-Pues prométeme otra cosa.
-¿Qué cosa? –pregunto.
-Que cuando lleguemos al estudio me cantes –dice sacando la lengua.
-Venga, prometido. Pero regálame una agenda para apuntarme todas las promesas, porque sinó no me acordaré de ninguna.
Abraham vuelve a reírse.
-Qué graciosa –dice, y me besa en la mejilla, como lo hizo en el coche.
Sus besos son tan tiernos… Cada vez me enamora más.
Acabamos de desayunar y nos dirigimos al estudio de grabación. Tengo muchas ganas de entrar y ver como es, siempre ha sido mi segundo sueño. El primero ya lo estoy cumpliendo, y en unos instantes voy a cumplir mi segundo sueño. Ahora ya empiezo a creer que los sueños existen si luchas por ellos.
Ya hemos llegado al estudio. Es grandísimo y muy chulo. Habrá al menos cientos de máquinas y muchas salas. A mi derecha hay montones de sillas.
-Madre mía, qué pasada –digo con mucho entusiasmo.
-¿Te gusta? –pregunta Abraham.
-Me encanta. Es alucinante.
-Bueno, ahora es hora de cumplir la promesa que hiciste, ¿no? Estaba esperando este momento con muchas ganas.
Estoy nerviosísima, jamás había cantado delante de alguien, es mi primera vez. A ver cómo sale.
-Venga, vale. Voy a cantarte una canción preciosa de Auryn.
Y empiezo a cantar… No puedo describirte… No puedo siquiera nombrarte, solo son líneas que caen sobre el papel intentando dibujarte…
La verdad es que me he sentido muy bien después de cantarle a Abraham, ha sido un momento de gloria.
-¡Guau! ¡Qué bien cantas! Me has sorprendido… -dice Abraham con la boca abierta.
-Vaya, muchas gracias. No sabía que cantara tan bien. Me alegro de que te haya gustado.
-Radicalmente me ha venido a la cabeza la otra promesa… La de componer una canción conmigo… ¿Qué te parece que la grabemos juntos y la pongamos en mi disco?
-¿Qué? ¿Lo dices en serio?
-Sí, claro que lo digo en serio. Después de escuchar tu voz quiero que hagas un dúo conmigo.
-Yo acepto encantadísima. Muchas gracias por esto, de verdad.
-Gracias a ti, preciosa.
-Buenas noches, princesa traviesa –me dice con una sonrisa realmente brillante.
-Buenas noches, príncipe travieso –digo también con una magnífica sonrisa.
Suena el despertador. Siempre odiaré ese horrible pitido que se te mete en la cabeza.
-Hora de levantarse –dice Jacobo.
-Buenos días, princesa –dice Abraham.
-Muy buenos días, guapísimo –contesto.
Todos los días me levanto de mala leche, pero hoy ha sido totalmente diferente. He despertado con mi ídolo, y me ha dicho una de las frases que todas las chicas esperan: “Buenos días, princesa”.
Me levanto de la cama. Camino hacia el baño restregándome los ojos. Me lavo la cara para despejarme y me quedo mirándome al espejo, como cada mañana. Nos damos una pequeña ducha, nos vestimos y bajamos bajo a desayunar.
-Ahora, cuando acabemos de desayunar nos vamos a ir al estudio a grabar un tema, y luego compondré una canción. Si quieres me puedes ayudar a componer –dice entusiasmado.
-Por supuesto, por ti lo que haga falta.
-Prométeme que, si trabajo mucho esta mañana, vallamos esta tarde a la piscina. Pero solo si trabajo, ¿eh? –dice con un tono enamoradizo.
Es tan mono cuando se ríe…
-Venga, prometido –digo guiñándole el ojo.
Después de un minuto me dice:
-¿Alguna vez has estado en un estudio? –pregunta intrigado.
Es muy hablador, la verdad es que eso me gusta porque yo no hablo casi, y si me da cuerda, hablo más de lo normal.
-No, siempre ha sido mi sueño entrar en un estudio, y también grabar –digo.
-¿Tú cantas? –pregunta.
-Sí, siempre me ha encantado cantar.
-¿Y cantas bien?
-Bueno, eso no lo sé. Eso lo tendrás que decidir tú –digo sonriendo.
-Venga, canta.
-¿Ahora? Qué vergüenza, hay mucha gente, aquí delante de todos no voy a cantar.
Abraham se ríe.
-Pues prométeme otra cosa.
-¿Qué cosa? –pregunto.
-Que cuando lleguemos al estudio me cantes –dice sacando la lengua.
-Venga, prometido. Pero regálame una agenda para apuntarme todas las promesas, porque sinó no me acordaré de ninguna.
Abraham vuelve a reírse.
-Qué graciosa –dice, y me besa en la mejilla, como lo hizo en el coche.
Sus besos son tan tiernos… Cada vez me enamora más.
Acabamos de desayunar y nos dirigimos al estudio de grabación. Tengo muchas ganas de entrar y ver como es, siempre ha sido mi segundo sueño. El primero ya lo estoy cumpliendo, y en unos instantes voy a cumplir mi segundo sueño. Ahora ya empiezo a creer que los sueños existen si luchas por ellos.
Ya hemos llegado al estudio. Es grandísimo y muy chulo. Habrá al menos cientos de máquinas y muchas salas. A mi derecha hay montones de sillas.
-Madre mía, qué pasada –digo con mucho entusiasmo.
-¿Te gusta? –pregunta Abraham.
-Me encanta. Es alucinante.
-Bueno, ahora es hora de cumplir la promesa que hiciste, ¿no? Estaba esperando este momento con muchas ganas.
Estoy nerviosísima, jamás había cantado delante de alguien, es mi primera vez. A ver cómo sale.
-Venga, vale. Voy a cantarte una canción preciosa de Auryn.
Y empiezo a cantar… No puedo describirte… No puedo siquiera nombrarte, solo son líneas que caen sobre el papel intentando dibujarte…
La verdad es que me he sentido muy bien después de cantarle a Abraham, ha sido un momento de gloria.
-¡Guau! ¡Qué bien cantas! Me has sorprendido… -dice Abraham con la boca abierta.
-Vaya, muchas gracias. No sabía que cantara tan bien. Me alegro de que te haya gustado.
-Radicalmente me ha venido a la cabeza la otra promesa… La de componer una canción conmigo… ¿Qué te parece que la grabemos juntos y la pongamos en mi disco?
-¿Qué? ¿Lo dices en serio?
-Sí, claro que lo digo en serio. Después de escuchar tu voz quiero que hagas un dúo conmigo.
-Yo acepto encantadísima. Muchas gracias por esto, de verdad.
-Gracias a ti, preciosa.
domingo, 13 de enero de 2013
Capítulo 5.
Ya hemos llegado a
Madrid. Son las 6:30 y hace un calor sofocante.
-Nunca había venido aquí –comento.- Es precioso.
- ¿No? Pues ahora ya has venido –dice Abraham riendo.
Venir aquí mi primera vez con Abraham es muy bonito, no había estado tan feliz en mi vida.
-Yo con Abraham he estado aquí unas 3 o 4 veces –dice Jacobo.
-Lo sé por el Twitter –digo.
-¿Quieres que demos una vuelta por Madrid para que lo veas? –pregunta Abraham.
-Me encantaría.
Nos recorremos toda Madrid. Nunca había estado en una ciudad tan bonita. Si esta es bonita, no me quiero imaginar como será Cádiz.
Cuando acabamos, nos alojamos en un hotel de 3 estrellas, y enseguida llamé a mis padres para decirles que ya hemos llegado.
-Abraham, hay dos camas solo. ¿No falta una? –pregunto.
-Sí, pero no te preocupes, tú duermes conmigo y Jacobo que duerma en la cama que falta –me dice.
Me cuesta creer que vaya a dormir a su lado durante más de un mes.
-Bueno, vale –digo.
-¿Te preocupa? Sinó duermes con Jacobo y ya está –dice riéndose.
-No no, da igual, dormiré contigo –contesto. La verdad es que me hace muchísima ilusión dormir con él.
-Hoy es día de descansar, mañana ya empezaremos a hacer trabajo –dice Jacobo.
Abraham me lleva por todo el hotel para enseñármelo, se lo sabe de memoria ya que ha estado unas 3 o 4 veces. Hay un patio grandísimo con unas sillas cómodas y modernas.
-¿Quieres que nos sentemos aquí un rato? Estoy demasiado cansado –pregunta.
-Vale, yo también estoy cansada de ir por toda la ciudad –contesto.
Estamos solos en el patio.
-Abraham…
-Dime.
Me gustaría… que me cantases –digo con una pizca de vergüenza.
-Por supuesto. ¿Qué canción quieres que te cante? –pregunta.
-Pues no sé… La de…
Me interrumpe.
-¿Te voy a amar?
Ay, sí, me encanta.
Y empieza…
Te voy a amar, y hacerte sentir, que cada día yo te vuelvo a elegir. Porque me das, tu amor sin medir, quiero vivir la vida entera junto a ti… La vida entera, solos tú y yo, princesa traviesa…
Cuando acaba se queda mirándome fijamente unos cuantos segundos y me acaricia la mejilla.
-¿Te ha gustado? –dice sonriendo.
-Eso es poco, me ha encantado. Tu voz es espectacular –digo casi con lágrimas en los ojos.- Me he emocionado.
-No llores preciosa… -dice.
-Es que escuchar tu voz me hace transportarme a otro mundo…
-A mí la tuya también… –contesta.
Hay una pausa. Luego, se vuelve de lado y me pasa un brazo por los hombros. Se va acercando hasta que estamos pegados, hasta que me arropa con su cuerpo. Noto como su corazón late a un ritmo extraño, como un tartamudeo.
De repente viene Jacobo y nos dice:
-Venía a deciros si queréis merendar, pero viendo esto no os voy a cortar el rollo –dice Jacobo riendo.
Abraham me suelta y vamos con él a merendar.
-Que conste que hubiera estado toda la tarde abrazándote –me dice susurrándome al oído.
- ¿No? Pues ahora ya has venido –dice Abraham riendo.
Venir aquí mi primera vez con Abraham es muy bonito, no había estado tan feliz en mi vida.
-Yo con Abraham he estado aquí unas 3 o 4 veces –dice Jacobo.
-Lo sé por el Twitter –digo.
-¿Quieres que demos una vuelta por Madrid para que lo veas? –pregunta Abraham.
-Me encantaría.
Nos recorremos toda Madrid. Nunca había estado en una ciudad tan bonita. Si esta es bonita, no me quiero imaginar como será Cádiz.
Cuando acabamos, nos alojamos en un hotel de 3 estrellas, y enseguida llamé a mis padres para decirles que ya hemos llegado.
-Abraham, hay dos camas solo. ¿No falta una? –pregunto.
-Sí, pero no te preocupes, tú duermes conmigo y Jacobo que duerma en la cama que falta –me dice.
Me cuesta creer que vaya a dormir a su lado durante más de un mes.
-Bueno, vale –digo.
-¿Te preocupa? Sinó duermes con Jacobo y ya está –dice riéndose.
-No no, da igual, dormiré contigo –contesto. La verdad es que me hace muchísima ilusión dormir con él.
-Hoy es día de descansar, mañana ya empezaremos a hacer trabajo –dice Jacobo.
Abraham me lleva por todo el hotel para enseñármelo, se lo sabe de memoria ya que ha estado unas 3 o 4 veces. Hay un patio grandísimo con unas sillas cómodas y modernas.
-¿Quieres que nos sentemos aquí un rato? Estoy demasiado cansado –pregunta.
-Vale, yo también estoy cansada de ir por toda la ciudad –contesto.
Estamos solos en el patio.
-Abraham…
-Dime.
Me gustaría… que me cantases –digo con una pizca de vergüenza.
-Por supuesto. ¿Qué canción quieres que te cante? –pregunta.
-Pues no sé… La de…
Me interrumpe.
-¿Te voy a amar?
Ay, sí, me encanta.
Y empieza…
Te voy a amar, y hacerte sentir, que cada día yo te vuelvo a elegir. Porque me das, tu amor sin medir, quiero vivir la vida entera junto a ti… La vida entera, solos tú y yo, princesa traviesa…
Cuando acaba se queda mirándome fijamente unos cuantos segundos y me acaricia la mejilla.
-¿Te ha gustado? –dice sonriendo.
-Eso es poco, me ha encantado. Tu voz es espectacular –digo casi con lágrimas en los ojos.- Me he emocionado.
-No llores preciosa… -dice.
-Es que escuchar tu voz me hace transportarme a otro mundo…
-A mí la tuya también… –contesta.
Hay una pausa. Luego, se vuelve de lado y me pasa un brazo por los hombros. Se va acercando hasta que estamos pegados, hasta que me arropa con su cuerpo. Noto como su corazón late a un ritmo extraño, como un tartamudeo.
De repente viene Jacobo y nos dice:
-Venía a deciros si queréis merendar, pero viendo esto no os voy a cortar el rollo –dice Jacobo riendo.
Abraham me suelta y vamos con él a merendar.
-Que conste que hubiera estado toda la tarde abrazándote –me dice susurrándome al oído.
Capítulo 4.
Abraham, Jacobo y yo nos dirigimos
hacia el coche, que está justo delante de mi casa. Tenemos que estar al menos 5
horas dentro del coche, pero lo mejor es que estoy al lado de Abraham, y me da igual todas
las horas que estemos ahí dentro porque estar con él es una de las cosas más
agradables que hay.
Abraham empieza a contarme chistes y yo me río a carcajadas, la verdad es que es muy gracioso contándolos. Cuando me río, me da un beso en la mejilla. Es demasiado cariñoso, y eso me encanta. Estaba muy enamorada de él, pero ahora lo estoy muchísimo más. Quiero que me conozco tanto como lo conozco yo a él.
-Ahora es el momento de conocer tus defectos, aunque sé que no tienes –digo.
-Todo el mundo tiene defectos –responde.
-No, tú no. Tienes una voz perfecta, una sonrisa perfecta, un pelo perfecto, un cuerpo perfecto, una cara perfecta… En fin, todo perfecto.
Y se ríe.
-Jacobo, ¿cuántas paradas haremos? –pregunto.
-Pues 2 o 3, la primera pararemos a comer.
-Vale –digo.
Son las 12:45, no tardaremos nada en hacer la primera parada.
-Jolín, ya me he muerto –dice Abraham riendo.
-¿Qué? –pregunto.
-Que me he muerto en el juego –sonríe.
-Ah, vale.- Miro como juega y me acerco disimuladamente a él hasta que finalmente me pego.
Hay varios minutos de tensión y de miraditas entre los dos. Me va el corazón a mil por hora, me va a estallar en cualquier momento.
-Eh… ¿Quieres jugar? –me pregunta.
-No quiero gastarte la batería.
-No pasa nada, aquí al lado de la puerta del coche hay un cargador, podemos jugar todo lo que queramos –responde.
-Ah, vale, déjame probar –digo.
Cada vez que me matan en el juego Abraham suelta una risita.
-Jo, Abraham, no te rías que sinó no puedo jugar bien –digo bromeando.
-Lo siento, guapa. Es que me encanta verte concentrada, estás muy mona.
Me sonrojo.
-Gracias –digo casi sin poder hablar.
Acabo de jugar y le doy el móvil. La verdad es que nunca había cogido un iPhone, me encanta. –¿Me dejas hacerte una foto? –pregunta.
-Es que salgo mal
-Qué va, seguro que sales perfecta –dice sonriendo.
La verdad es que se pasa la vida sonriendo.
-Venga, vale.
Me hace la foto y me retoca con los efectos de su móvil. La verdad es que los efectos de ese móvil son increíbles, es la primera vez que me gusta una foto mía.
-Pues me gusta –digo motivada.
-A mi también, sales muy bien –dice.
Ya ha pasado una hora y la verdad es que se me ha pasado
volando. Son las 13:45, hora ya de comer. Paramos en un pueblecito de Cuenca y
vamos a un restaurante. Cuando acabamos de comer, volvemos al coche. -Pues 2 o 3, la primera pararemos a comer.
-Vale –digo.
Son las 12:45, no tardaremos nada en hacer la primera parada.
-Jolín, ya me he muerto –dice Abraham riendo.
-¿Qué? –pregunto.
-Que me he muerto en el juego –sonríe.
-Ah, vale.- Miro como juega y me acerco disimuladamente a él hasta que finalmente me pego.
Hay varios minutos de tensión y de miraditas entre los dos. Me va el corazón a mil por hora, me va a estallar en cualquier momento.
-Eh… ¿Quieres jugar? –me pregunta.
-No quiero gastarte la batería.
-No pasa nada, aquí al lado de la puerta del coche hay un cargador, podemos jugar todo lo que queramos –responde.
-Ah, vale, déjame probar –digo.
Cada vez que me matan en el juego Abraham suelta una risita.
-Jo, Abraham, no te rías que sinó no puedo jugar bien –digo bromeando.
-Lo siento, guapa. Es que me encanta verte concentrada, estás muy mona.
Me sonrojo.
-Gracias –digo casi sin poder hablar.
Acabo de jugar y le doy el móvil. La verdad es que nunca había cogido un iPhone, me encanta. –¿Me dejas hacerte una foto? –pregunta.
-Es que salgo mal
-Qué va, seguro que sales perfecta –dice sonriendo.
La verdad es que se pasa la vida sonriendo.
-Venga, vale.
Me hace la foto y me retoca con los efectos de su móvil. La verdad es que los efectos de ese móvil son increíbles, es la primera vez que me gusta una foto mía.
-Pues me gusta –digo motivada.
-A mi también, sales muy bien –dice.
Abraham empieza a contarme chistes y yo me río a carcajadas, la verdad es que es muy gracioso contándolos. Cuando me río, me da un beso en la mejilla. Es demasiado cariñoso, y eso me encanta. Estaba muy enamorada de él, pero ahora lo estoy muchísimo más. Quiero que me conozco tanto como lo conozco yo a él.
-Ahora es el momento de conocer tus defectos, aunque sé que no tienes –digo.
-Todo el mundo tiene defectos –responde.
-No, tú no. Tienes una voz perfecta, una sonrisa perfecta, un pelo perfecto, un cuerpo perfecto, una cara perfecta… En fin, todo perfecto.
Y se ríe.
sábado, 12 de enero de 2013
Capítulo 3.
Suena el despertador. Por
fin llega el día. Ese día que tanto esperaba. ¡Aún no me creo que vaya a estar
con Abraham Mateo! Son las 10:00 de la mañana, llegará sobre las 12:00 del
mediodía. Bajo a la cocina y me preparo el desayuno; leche con cereales. Estoy
nerviosísima, me duele mucho el estómago. Me pasan los minutos demasiado lentos.
Enciendo la televisión para distraerme un rato. Llaman al timbre. Voy corriendo
a abrir y está ahí, Abraham Mateo, delante de mí, mirándome. No puedo evitar
llorar, y lo abrazo con mucha fuerza, durante un minuto largo.
-¿Cómo estás, guapa? –pregunta con una sonrisa de oreja a oreja.
Me quedé flipada, en persona es guapísimo, igual que en las fotos.
-¿Cómo voy a estar? Contentísima de que estés aquí, a mi lado –contesto con lágrimas en los ojos.
-Me alegro de que estés bien, a mí me gusta ver que mis Abrahamnistas estén felices.
Junto a él va Jacobo, como ya esperaba, y también le di un abrazo enorme.
-Papá, mamá, ¡han llegado Abraham y Jacobo! –grito con todas mis fuerzas para que me escuchen.
Mientras, les digo que pasen al comedor.
Mis padres vienen al comedor a saludarles, y hablar un rato con ellos.
Abraham se ha sentado a mi lado, en el sofá.
-Abraham, ¿sabes que tienes a mi hija loca por ti? No habrá día que no hable de ti –dice mi padre riéndo.
-Ay, muchas gracias, eso es lo mejor que me pueden decir –dice, y me da un beso en la mejilla.
Con ese beso casi me desmayo, me he puesto muy colorada.
-Y, bueno, ¿cómo ha pasado eso de que te quieres llevar a mi hija de vaciones? –pregunta mi padre.
Abraham le contó todo lo que pasó y tal.
-Por favor, papá, déjame irme con él, te lo ruego. Es lo mejor que me podría pasar.
-Venga, vale, llévate a mi hija. Pero cuídala, ¿eh? –dice mi padre a Abraham.
-Claro que la cuidaré, es una Princesa Traviesa, pero seguro que se portará bien. ¿A qué sí, Sara?
-Por supuesto, a tu lado todo el mundo se porta bien –digo con una sonrisa.
-¿Por cuánto tiempo te la llevas? –pregunta mi padre.
-Hasta finales de Agosto –contesta Abraham.
Le digo a Abraham si me quiere acompañar a mi habitación, para enseñársela y así también me preparo la maleta. Mientras, Jacobo se queda bajo hablando con mis padres.
-Qué bonita es la habitación –dice Abraham entusiasmado.
-Tú sí que eres bonito –digo.
-Ay, muchas gracias, de verdad –dice.
-Quería darte las gracias por todo esto que estás haciendo por mí, es lo más bonito que me está pasando. Muchísimas gracias. Te quiero mucho –le digo llorando y le doy un abrazo más grande que el que le había dado bajo, en la entrada de mi casa.
-Gracias a ti, por todo tu apoyo –dice emocionado.
Tras un gran rato de hablar, me acabo de preparar la maleta. Pesa más que una vaca en brazos, ya que llevo ropa para más de un mes. Bajamos bajo, y aún se encuentra Jacobo hablando con mis padres.
-Jacobo, ¿nos vamos pa Madrid ya? –pregunta Abraham.
-Sí, venga, vamos –contesta.
Les doy un beso enorme a mis padres y les despido.
-Hasta dentro de un mes. Os quiero –les digo.
-Nosotros también te queremos. Pásatelo muy bien, ¿vale? –dice mi madre.
-Por supuesto que me lo pasaré bien.
Me quedé flipada, en persona es guapísimo, igual que en las fotos.
-¿Cómo voy a estar? Contentísima de que estés aquí, a mi lado –contesto con lágrimas en los ojos.
-Me alegro de que estés bien, a mí me gusta ver que mis Abrahamnistas estén felices.
Junto a él va Jacobo, como ya esperaba, y también le di un abrazo enorme.
-Papá, mamá, ¡han llegado Abraham y Jacobo! –grito con todas mis fuerzas para que me escuchen.
Mientras, les digo que pasen al comedor.
Mis padres vienen al comedor a saludarles, y hablar un rato con ellos.
Abraham se ha sentado a mi lado, en el sofá.
-Abraham, ¿sabes que tienes a mi hija loca por ti? No habrá día que no hable de ti –dice mi padre riéndo.
-Ay, muchas gracias, eso es lo mejor que me pueden decir –dice, y me da un beso en la mejilla.
Con ese beso casi me desmayo, me he puesto muy colorada.
-Y, bueno, ¿cómo ha pasado eso de que te quieres llevar a mi hija de vaciones? –pregunta mi padre.
Abraham le contó todo lo que pasó y tal.
-Por favor, papá, déjame irme con él, te lo ruego. Es lo mejor que me podría pasar.
-Venga, vale, llévate a mi hija. Pero cuídala, ¿eh? –dice mi padre a Abraham.
-Claro que la cuidaré, es una Princesa Traviesa, pero seguro que se portará bien. ¿A qué sí, Sara?
-Por supuesto, a tu lado todo el mundo se porta bien –digo con una sonrisa.
-¿Por cuánto tiempo te la llevas? –pregunta mi padre.
-Hasta finales de Agosto –contesta Abraham.
Le digo a Abraham si me quiere acompañar a mi habitación, para enseñársela y así también me preparo la maleta. Mientras, Jacobo se queda bajo hablando con mis padres.
-Qué bonita es la habitación –dice Abraham entusiasmado.
-Tú sí que eres bonito –digo.
-Ay, muchas gracias, de verdad –dice.
-Quería darte las gracias por todo esto que estás haciendo por mí, es lo más bonito que me está pasando. Muchísimas gracias. Te quiero mucho –le digo llorando y le doy un abrazo más grande que el que le había dado bajo, en la entrada de mi casa.
-Gracias a ti, por todo tu apoyo –dice emocionado.
Tras un gran rato de hablar, me acabo de preparar la maleta. Pesa más que una vaca en brazos, ya que llevo ropa para más de un mes. Bajamos bajo, y aún se encuentra Jacobo hablando con mis padres.
-Jacobo, ¿nos vamos pa Madrid ya? –pregunta Abraham.
-Sí, venga, vamos –contesta.
Les doy un beso enorme a mis padres y les despido.
-Hasta dentro de un mes. Os quiero –les digo.
-Nosotros también te queremos. Pásatelo muy bien, ¿vale? –dice mi madre.
-Por supuesto que me lo pasaré bien.
jueves, 10 de enero de 2013
Capítulo 2.
Aún así bajo al comedor, que es donde se encuentran mis padres.
-Papá, mamá, ¿puedo hablar con vosotros? –pregunto.
-Por supuesto. Dinos, ¿qué quieres? –contesta mi madre.
Tengo miedo de que no me dejen ir, pero aún así tengo que intentarlo.
-Vosotros sabéis que mi ídolo es Abraham Mateo, ¿no? –digo.
-Claro que lo sabemos, hija. Siempre nos estás hablando de él, eres muy pesada -dice mi padre entre risas.
Pienso que tampoco será para tanto.
-Y bueno, ¿qué nos vas a pedir? ¿Qué te llevemos a San Fernando? Porque si es eso no lo vamos a hacer.
-No mamá, no es eso. Leed esto -le contesto con tantos nervios que casi no me salen las palabras.
Mis padres lo leen, y se quedan mirándose el uno al otro.
-¿Esto lo has escrito tú para que nos creamos que es de verdad? Anda, ves a tu habitación, que bastante tenemos ya con que nos des la tabarra para que vayamos a San Fernando -dice mi madre. Ella no sabe como funciona lo del Twitter, por eso piensa que es de mentira.
Mi padre no dice nada. Se queda callado.
-Papá, ¿tú que opinas? -pregunto.
-Lo mismo que tu madre -dice seriamente.
Bueno, al menos lo he intentado. Subo a mi habitación, un poco dolida; casi me mato por las escaleras porque he tropezado con la escalera del nervio y la impotencia que llevo dentro. Le contesto el mensaje a Abraham. Le digo: ‘Abraham, he hablado con mis padres sobre esto. No se creen que eres tú el que me ha dicho que me vaya contigo de vacaciones. Yo estoy cabreadísima, porque esta oportunidad tan grande no puedo perderla’. Él me contesta dentro de 1 hora, ya que no se conecta mucho, y dice: ‘No te preocupes, preciosa, dame tu número de teléfono y yo hablo con ellos. A ver si les puedo convencer’. Finalmente le doy mi número de teléfono, y llama. Suena el teléfono. Lo coge mi padre. Estoy espiando por las escaleras, para escuchar lo que dice.
-Sara -grita mi padre.
-¿Qué quieres? -pregunto sonriendo.
-Baja un momento, por favor –me pide con un tono asustadizo.
Ya he llegado bajo, al comedor, donde se encuentra mi padre pegado al teléfono. El corazón me va muy acelerado, tan acelerado que incluso se me podría salir volando.
-¿Qué está pasando aquí? ¿Cómo va a ser Abraham Mateo el del teléfono? –pregunta mi padre un poco cabreado.- No entiendo nada.
Abraham escucha mi conversación con mi padre. Yo le digo que ponga el altavoz, necesito escuchar la conversación entera, no me quiero perder ni un solo detalle.
-Oiga, señor, puedo explicarlo. Yo simplemente le pedí a su hija si quería venir conmigo a Madrid de vacaciones, conmigo, para verme grabar temas y muchas cosas más, ya que es su sueño. Ella aceptó -dice Abraham.
-¿Y cómo sé yo que eso es verdad? -pregunta mi padre. Nunca le había visto tan enfadado. Se lo está tomando en serio.
-Muy fácil. Voy a vuestra casa, me decís la ciudad y la calle y ya está -contesta.
Hay segundos de tensión.
-No me fío ni un pelo. ¿Y si es un secuestrador? -me dice mi padre bajito a la oreja.
-Ay, papá, no digas tonterías. Sé que es él, Abraham Mateo, porque me ha hablado desde su cuenta oficial de Twitter -digo riendo.
-¿Y si se ha metido alguien en su Twitter qué? ¿Eh? -dice.
-Mira papá, no seas tan cabezota y hazme caso. Es él. Confía en mi –digo con un tono para tranquilizarlo un poco.
Se pone otra vez al teléfono.
-Vale, me has convencido -dice mi padre suspirando.
Le dio la dirección y le estuvo explicando más o menos donde está mi casa, aunque él vendrá con su representante Jacobo.
-Muchas gracias señor. Estaré allí en unos 3 o 4 días -dice Abraham.
Salto de alegría, estoy
contentísima. Aún no me creo todo esto.
-¡Muchísimas gracias papá, eres el mejor! Te quiero, te quiero, te quiero –digo con entusiasmo antes de que cambie de opinión.
Mi madre sale de la cocina, que es donde estaba, y dice:
-Pero bueno, ¿qué pasa? ¿Qué son todos estos gritos? –pregunta mi madre intrigada.
-¡Va a venir Abraham Mateo a esta casa! ¡Va a pisar este suelo! –digo súper emocionada.
-No estés tan contenta, Sara, que falta que vayas. Me tendrá que convencer cuando venga aquí para que te vayas con él de vacaciones –dice mi padre.
-Pero papá… Tú sabes que Abraham es lo mejor de mi vida, ¿serías capaz de impedir que sea feliz? –digo casi con lágrimas en los ojos.
-Bueno, ya veremos, de momento vamos a esperar a que venga Abraham –dice serio.
-¡Muchísimas gracias papá, eres el mejor! Te quiero, te quiero, te quiero –digo con entusiasmo antes de que cambie de opinión.
Mi madre sale de la cocina, que es donde estaba, y dice:
-Pero bueno, ¿qué pasa? ¿Qué son todos estos gritos? –pregunta mi madre intrigada.
-¡Va a venir Abraham Mateo a esta casa! ¡Va a pisar este suelo! –digo súper emocionada.
-No estés tan contenta, Sara, que falta que vayas. Me tendrá que convencer cuando venga aquí para que te vayas con él de vacaciones –dice mi padre.
-Pero papá… Tú sabes que Abraham es lo mejor de mi vida, ¿serías capaz de impedir que sea feliz? –digo casi con lágrimas en los ojos.
-Bueno, ya veremos, de momento vamos a esperar a que venga Abraham –dice serio.
Subo a mi habitación
enfadada, pero con la esperanza de que me va dejar irme con él. Llamo a mis dos
amigas, y no se creen todo lo que me acaba de pasar en 2 horas porque a veces
les hago bromitas… Pero bueno, al final se lo creen y la verdad es que se
alegran mucho por mí.
Capítulo 1.
Hoy es 5 de Julio. Son las 7 de la tarde y hoy mis amigas no quedan; una se va con su novio, y la otra con su padre. Hace
poco que acabaron las clases y ya me aburro más que una ostra. Estoy en mi
habitación, tumbada en la cama y viendo la televisión, aunque en realidad no sé
si la estoy viendo porque lo que hacen no me interesa para nada. Se me ocurre
coger el portátil y tuitear un rato con las Abrahamnistas, aquellas que tanto
quiero. Mientras hablo con ellas, se me ocurre enviarle un tweet a mi ídolo,
Abraham, aquel del que estoy tan enamorada; el cual pienso incluso durmiendo.
En el tweet, le digo: ‘Por favor, sígueme en Twitter, lo necesito, porque o
sinó muero. Necesito conocerte’. Doy clic en “Twittear”. Ya se lo he enviado;
pero pienso: ‘No me va a responder, cómo siempre. Nunca me responde’. Le mando
más tweets, por si acaso los ve y me responde a alguno. Dentro de media hora,
miro en mis Interacciones y veo un tweet de alguien. Ese alguien curiosamente
era de él, de Abraham Mateo. Sí, era de él, de mi ídolo. Dice: ‘Hola guapa, ya
te sigo. He visto tu icon y tu sonrisa es preciosa. Te he enviado un Mensaje Privado,
¿lo puedes leer? Un besito’. No me lo puedo creer, pienso: ¿esto es real? ¿Me está pasando de
verdad?. Entro en su perfil para ver si es el verdadero, y sí, claramente es el
verdadero por sus más de 100.000 seguidores. Estoy flipando. Leo el mensaje
privado que me ha enviado y dice: ‘Verás Sara, he leído el tweet que me has
enviado y la verdad es que me emociona que me digas que quieres conocerme,
porque a veces no es fácil cumplir tus sueños, y yo quiero que cumplas el tuyo.
A mí por supuesto me encantaría conocerte también. He estado pensado una cosa,
acaban de empezar las vacaciones de verano y, bueno, seguramente te irás de
vacaciones con tu familia o amigos, pero quiero proponerte algo. Este verano
voy a estar trabajando intensamente grabando nuevos temas, rodando, y muchas
cosas más, en Madrid y Barcelona. ¿Te gustaría venir? Pasaríamos un verano de
miedo. ;) Bueno guapa, ya me contestas, permanecemos en contacto. Un besito’.
¿Qué es esto? ¿Es real?
Sinceramente no sé qué está pasando, le envío un tweet a mi ídolo pidiéndole
que me siga, y me dice que me vaya con él de vacaciones. Al principio pienso
que es una broma, pero no, es de verdad, me está pasando de verdad. Me
pellizco, pero sigo aquí, delante de su mensaje directo. Estoy sin palabras.
Estoy eufórica. Estoy histérica. Puede que Abraham me contestara por la sonrisa de mi icon, pero no lo sé. Le he contestado que me encantaría, pero
seguramente mis padres no me dejarían.
sábado, 5 de enero de 2013
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