He cogido mucha confianza con los chicos y con Paula. Son encantadores.
Después de estar todos juntos, tocaba ir hacia el estudio de grabación; Abraham
tiene que grabar un temita. Daniel, Víctor y Paula se vienen con nosotros.
Paula y yo nos paramos en cada escaparate de ropa que vemos. Hay muchos.
-Qué chulo este vestido –dice Paula.
-Y mira este –digo señalando otro vestido.
-Venga chicas, no os paréis en cada escaparate que veis. Os vais a perder –dice Daniel.
-No somos niñas pequeñas para perdernos con facilidad –dice Paula.
Nos hablamos todos así de broma.
-Además, llevamos móvil –digo.
Por fin llegamos al estudio. Los chicos se quedan flipados al verlo. Ellos tampoco habían entrado a uno tan profesional como este.
-Guau… ¡Qué pasada! –dice Paula.
-Ya ves, está muy guapo –dice Daniel.
Víctor es el más callado, aún así dice:
-Cuántas máquinas, cómo mola.
-Yo también me quedé pillada cuando entré la primera vez –digo.
Abraham acaba de grabar.
-Chicas, id vosotras al hotel, dentro de un rato iremos nosotros –dice Abraham.
-¿Por qué no vamos todos juntos? –digo.
-Em… Es que… Tenemos que hacer unas cosas, ya sabes, cosas de chicos.
Me preocupa lo que vayan a hacer. ¿Por qué nos habrá dicho que vayamos nosotras delante? No entiendo nada. Menos mal que me sé el camino para volver al hotel, de tantas veces que hemos ido. Le hago caso y nos dirigimos Paula y yo al hotel.
-¿Dónde están los chicos? –pregunta Jacobo.
-En el estudio, me ha dicho Abraham que viniéramos nosotras delante porque tenían que hacer “unas cosas de chicos” –digo.
Tony está con Jacobo componiendo.
-¿Cosas de chicos? Algo huele mal aquí… -dice Tony
-Cuando vengan si quieren que nos digan que era. Tengo curiosidad –dice Paula.
-Ya nos enteraremos –dice Jacobo.
Paula y yo no sabemos qué hacer. No estamos quietas, tenemos mucha curiosidad por lo que van a hacer los chicos.
-Tengo hambre, ¿por qué no merendamos? –pregunto.
-Yo también tengo hambre. Vamos bajo a merendar –dice Paula.
Acabamos de merendar y nos encontramos a los chicos por el pasillo del hotel. Han tardado más de una hora en volver. Yo ya me estaba empezando a preocupar.
-Ey, chicas, ¿de dónde venís? –dice Abraham.
-De merendar. Teníamos hambre –digo.
-¿Y vosotros de dónde venís? –pregunta Paula.
-De una tienda –dice Víctor.
-¿De una tienda? –pregunto.
-Sí –dice Víctor.
Entramos a la habitación. Yo me tumbo en la cama y me pongo a escuchar música de Abraham. Su voz me relaja.
De repente, viene Abraham y se sienta junto a mí, en la cama.
-Princesa, tengo una sorpresita para ti –dice Abraham.
-¿A sí? ¿Qué es? –digo entusiasmada.
-Toma.
Me da un regalo. ¿Qué será? Tengo curiosidad por saber qué es.
Lo abro y me veo una caja de un móvil.
-¡Es el Samsung Galaxy S2! –digo gritando.
Paula, que aún estaba conmigo, se quedó boquiabierta.
-Sí, es el que tú querías.
-Pero…
-¿Qué pasa?
-Que no puedo aceptarlo. Es mucho dinero, Abraham. No quiero que te gastes tanto dinero conmigo.
-No pasa nada, cariño. Yo lo que quiero es verte feliz. No pasa nada, de verdad. Me hacía mucha ilusión hacerte este regalo.
-Pero en serio… Me sabe muy mal…
-Que no pasa nada, hazme caso.
-Bueno… Pues muchísimas gracias. Te quiero –digo feliz, y le doy un tierno beso.
-Yo también te quiero. Disfrútalo –dice sonriendo.- Ahora podremos hablar por el WhatsApp cuando no podamos estar juntos.
-Qué detallazo te ha hecho mi hermano, ¿eh? Estarás contenta, cuñadita –dice Tony sonriendo.
Eso de que me llamen “cuñadita” es nuevo, nunca lo habían hecho. La verdad es que tengo un cuñado maravilloso.
-Sí, cuñadito –digo riendo.- La verdad es que ha sido un buen regalo porque me hacía falta un móvil bueno, pero para mí, el mejor regalo que él me puede hacer, es estar conmigo –digo casi con lágrimas en los ojos. Estoy emocionada, porque aún no me puedo creer que él este conmigo. Es algo que nunca olvidaré.
-Qué bonito… -dice Tony también emocionado.
Abraham me coge de la cintura y me besa. Veo que le saltan las lágrimas. Me parece que él también se ha emocionado con lo que acabo de decir. Los hermanos Mateo son muy sensibles, eso me encanta.
-No llores…-le seco las lágrimas.- La que debería llorar soy yo, por todo esto que me está pasando. Te quiero mucho.
-Yo sí que te quiero, cariño.
-Qué chulo este vestido –dice Paula.
-Y mira este –digo señalando otro vestido.
-Venga chicas, no os paréis en cada escaparate que veis. Os vais a perder –dice Daniel.
-No somos niñas pequeñas para perdernos con facilidad –dice Paula.
Nos hablamos todos así de broma.
-Además, llevamos móvil –digo.
Por fin llegamos al estudio. Los chicos se quedan flipados al verlo. Ellos tampoco habían entrado a uno tan profesional como este.
-Guau… ¡Qué pasada! –dice Paula.
-Ya ves, está muy guapo –dice Daniel.
Víctor es el más callado, aún así dice:
-Cuántas máquinas, cómo mola.
-Yo también me quedé pillada cuando entré la primera vez –digo.
Abraham acaba de grabar.
-Chicas, id vosotras al hotel, dentro de un rato iremos nosotros –dice Abraham.
-¿Por qué no vamos todos juntos? –digo.
-Em… Es que… Tenemos que hacer unas cosas, ya sabes, cosas de chicos.
Me preocupa lo que vayan a hacer. ¿Por qué nos habrá dicho que vayamos nosotras delante? No entiendo nada. Menos mal que me sé el camino para volver al hotel, de tantas veces que hemos ido. Le hago caso y nos dirigimos Paula y yo al hotel.
-¿Dónde están los chicos? –pregunta Jacobo.
-En el estudio, me ha dicho Abraham que viniéramos nosotras delante porque tenían que hacer “unas cosas de chicos” –digo.
Tony está con Jacobo componiendo.
-¿Cosas de chicos? Algo huele mal aquí… -dice Tony
-Cuando vengan si quieren que nos digan que era. Tengo curiosidad –dice Paula.
-Ya nos enteraremos –dice Jacobo.
Paula y yo no sabemos qué hacer. No estamos quietas, tenemos mucha curiosidad por lo que van a hacer los chicos.
-Tengo hambre, ¿por qué no merendamos? –pregunto.
-Yo también tengo hambre. Vamos bajo a merendar –dice Paula.
Acabamos de merendar y nos encontramos a los chicos por el pasillo del hotel. Han tardado más de una hora en volver. Yo ya me estaba empezando a preocupar.
-Ey, chicas, ¿de dónde venís? –dice Abraham.
-De merendar. Teníamos hambre –digo.
-¿Y vosotros de dónde venís? –pregunta Paula.
-De una tienda –dice Víctor.
-¿De una tienda? –pregunto.
-Sí –dice Víctor.
Entramos a la habitación. Yo me tumbo en la cama y me pongo a escuchar música de Abraham. Su voz me relaja.
De repente, viene Abraham y se sienta junto a mí, en la cama.
-Princesa, tengo una sorpresita para ti –dice Abraham.
-¿A sí? ¿Qué es? –digo entusiasmada.
-Toma.
Me da un regalo. ¿Qué será? Tengo curiosidad por saber qué es.
Lo abro y me veo una caja de un móvil.
-¡Es el Samsung Galaxy S2! –digo gritando.
Paula, que aún estaba conmigo, se quedó boquiabierta.
-Sí, es el que tú querías.
-Pero…
-¿Qué pasa?
-Que no puedo aceptarlo. Es mucho dinero, Abraham. No quiero que te gastes tanto dinero conmigo.
-No pasa nada, cariño. Yo lo que quiero es verte feliz. No pasa nada, de verdad. Me hacía mucha ilusión hacerte este regalo.
-Pero en serio… Me sabe muy mal…
-Que no pasa nada, hazme caso.
-Bueno… Pues muchísimas gracias. Te quiero –digo feliz, y le doy un tierno beso.
-Yo también te quiero. Disfrútalo –dice sonriendo.- Ahora podremos hablar por el WhatsApp cuando no podamos estar juntos.
-Qué detallazo te ha hecho mi hermano, ¿eh? Estarás contenta, cuñadita –dice Tony sonriendo.
Eso de que me llamen “cuñadita” es nuevo, nunca lo habían hecho. La verdad es que tengo un cuñado maravilloso.
-Sí, cuñadito –digo riendo.- La verdad es que ha sido un buen regalo porque me hacía falta un móvil bueno, pero para mí, el mejor regalo que él me puede hacer, es estar conmigo –digo casi con lágrimas en los ojos. Estoy emocionada, porque aún no me puedo creer que él este conmigo. Es algo que nunca olvidaré.
-Qué bonito… -dice Tony también emocionado.
Abraham me coge de la cintura y me besa. Veo que le saltan las lágrimas. Me parece que él también se ha emocionado con lo que acabo de decir. Los hermanos Mateo son muy sensibles, eso me encanta.
-No llores…-le seco las lágrimas.- La que debería llorar soy yo, por todo esto que me está pasando. Te quiero mucho.
-Yo sí que te quiero, cariño.
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