-Nunca había venido aquí –comento.- Es precioso.
- ¿No? Pues ahora ya has venido –dice Abraham riendo.
Venir aquí mi primera vez con Abraham es muy bonito, no había estado tan feliz en mi vida.
-Yo con Abraham he estado aquí unas 3 o 4 veces –dice Jacobo.
-Lo sé por el Twitter –digo.
-¿Quieres que demos una vuelta por Madrid para que lo veas? –pregunta Abraham.
-Me encantaría.
Nos recorremos toda Madrid. Nunca había estado en una ciudad tan bonita. Si esta es bonita, no me quiero imaginar como será Cádiz.
Cuando acabamos, nos alojamos en un hotel de 3 estrellas, y enseguida llamé a mis padres para decirles que ya hemos llegado.
-Abraham, hay dos camas solo. ¿No falta una? –pregunto.
-Sí, pero no te preocupes, tú duermes conmigo y Jacobo que duerma en la cama que falta –me dice.
Me cuesta creer que vaya a dormir a su lado durante más de un mes.
-Bueno, vale –digo.
-¿Te preocupa? Sinó duermes con Jacobo y ya está –dice riéndose.
-No no, da igual, dormiré contigo –contesto. La verdad es que me hace muchísima ilusión dormir con él.
-Hoy es día de descansar, mañana ya empezaremos a hacer trabajo –dice Jacobo.
Abraham me lleva por todo el hotel para enseñármelo, se lo sabe de memoria ya que ha estado unas 3 o 4 veces. Hay un patio grandísimo con unas sillas cómodas y modernas.
-¿Quieres que nos sentemos aquí un rato? Estoy demasiado cansado –pregunta.
-Vale, yo también estoy cansada de ir por toda la ciudad –contesto.
Estamos solos en el patio.
-Abraham…
-Dime.
Me gustaría… que me cantases –digo con una pizca de vergüenza.
-Por supuesto. ¿Qué canción quieres que te cante? –pregunta.
-Pues no sé… La de…
Me interrumpe.
-¿Te voy a amar?
Ay, sí, me encanta.
Y empieza…
Te voy a amar, y hacerte sentir, que cada día yo te vuelvo a elegir. Porque me das, tu amor sin medir, quiero vivir la vida entera junto a ti… La vida entera, solos tú y yo, princesa traviesa…
Cuando acaba se queda mirándome fijamente unos cuantos segundos y me acaricia la mejilla.
-¿Te ha gustado? –dice sonriendo.
-Eso es poco, me ha encantado. Tu voz es espectacular –digo casi con lágrimas en los ojos.- Me he emocionado.
-No llores preciosa… -dice.
-Es que escuchar tu voz me hace transportarme a otro mundo…
-A mí la tuya también… –contesta.
Hay una pausa. Luego, se vuelve de lado y me pasa un brazo por los hombros. Se va acercando hasta que estamos pegados, hasta que me arropa con su cuerpo. Noto como su corazón late a un ritmo extraño, como un tartamudeo.
De repente viene Jacobo y nos dice:
-Venía a deciros si queréis merendar, pero viendo esto no os voy a cortar el rollo –dice Jacobo riendo.
Abraham me suelta y vamos con él a merendar.
-Que conste que hubiera estado toda la tarde abrazándote –me dice susurrándome al oído.
- ¿No? Pues ahora ya has venido –dice Abraham riendo.
Venir aquí mi primera vez con Abraham es muy bonito, no había estado tan feliz en mi vida.
-Yo con Abraham he estado aquí unas 3 o 4 veces –dice Jacobo.
-Lo sé por el Twitter –digo.
-¿Quieres que demos una vuelta por Madrid para que lo veas? –pregunta Abraham.
-Me encantaría.
Nos recorremos toda Madrid. Nunca había estado en una ciudad tan bonita. Si esta es bonita, no me quiero imaginar como será Cádiz.
Cuando acabamos, nos alojamos en un hotel de 3 estrellas, y enseguida llamé a mis padres para decirles que ya hemos llegado.
-Abraham, hay dos camas solo. ¿No falta una? –pregunto.
-Sí, pero no te preocupes, tú duermes conmigo y Jacobo que duerma en la cama que falta –me dice.
Me cuesta creer que vaya a dormir a su lado durante más de un mes.
-Bueno, vale –digo.
-¿Te preocupa? Sinó duermes con Jacobo y ya está –dice riéndose.
-No no, da igual, dormiré contigo –contesto. La verdad es que me hace muchísima ilusión dormir con él.
-Hoy es día de descansar, mañana ya empezaremos a hacer trabajo –dice Jacobo.
Abraham me lleva por todo el hotel para enseñármelo, se lo sabe de memoria ya que ha estado unas 3 o 4 veces. Hay un patio grandísimo con unas sillas cómodas y modernas.
-¿Quieres que nos sentemos aquí un rato? Estoy demasiado cansado –pregunta.
-Vale, yo también estoy cansada de ir por toda la ciudad –contesto.
Estamos solos en el patio.
-Abraham…
-Dime.
Me gustaría… que me cantases –digo con una pizca de vergüenza.
-Por supuesto. ¿Qué canción quieres que te cante? –pregunta.
-Pues no sé… La de…
Me interrumpe.
-¿Te voy a amar?
Ay, sí, me encanta.
Y empieza…
Te voy a amar, y hacerte sentir, que cada día yo te vuelvo a elegir. Porque me das, tu amor sin medir, quiero vivir la vida entera junto a ti… La vida entera, solos tú y yo, princesa traviesa…
Cuando acaba se queda mirándome fijamente unos cuantos segundos y me acaricia la mejilla.
-¿Te ha gustado? –dice sonriendo.
-Eso es poco, me ha encantado. Tu voz es espectacular –digo casi con lágrimas en los ojos.- Me he emocionado.
-No llores preciosa… -dice.
-Es que escuchar tu voz me hace transportarme a otro mundo…
-A mí la tuya también… –contesta.
Hay una pausa. Luego, se vuelve de lado y me pasa un brazo por los hombros. Se va acercando hasta que estamos pegados, hasta que me arropa con su cuerpo. Noto como su corazón late a un ritmo extraño, como un tartamudeo.
De repente viene Jacobo y nos dice:
-Venía a deciros si queréis merendar, pero viendo esto no os voy a cortar el rollo –dice Jacobo riendo.
Abraham me suelta y vamos con él a merendar.
-Que conste que hubiera estado toda la tarde abrazándote –me dice susurrándome al oído.
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