-Jacobo, ¿cuántas paradas haremos? –pregunto.
-Pues 2 o 3, la primera pararemos a comer.
-Vale –digo.
Son las 12:45, no tardaremos nada en hacer la primera parada.
-Jolín, ya me he muerto –dice Abraham riendo.
-¿Qué? –pregunto.
-Que me he muerto en el juego –sonríe.
-Ah, vale.- Miro como juega y me acerco disimuladamente a él hasta que finalmente me pego.
Hay varios minutos de tensión y de miraditas entre los dos. Me va el corazón a mil por hora, me va a estallar en cualquier momento.
-Eh… ¿Quieres jugar? –me pregunta.
-No quiero gastarte la batería.
-No pasa nada, aquí al lado de la puerta del coche hay un cargador, podemos jugar todo lo que queramos –responde.
-Ah, vale, déjame probar –digo.
Cada vez que me matan en el juego Abraham suelta una risita.
-Jo, Abraham, no te rías que sinó no puedo jugar bien –digo bromeando.
-Lo siento, guapa. Es que me encanta verte concentrada, estás muy mona.
Me sonrojo.
-Gracias –digo casi sin poder hablar.
Acabo de jugar y le doy el móvil. La verdad es que nunca había cogido un iPhone, me encanta. –¿Me dejas hacerte una foto? –pregunta.
-Es que salgo mal
-Qué va, seguro que sales perfecta –dice sonriendo.
La verdad es que se pasa la vida sonriendo.
-Venga, vale.
Me hace la foto y me retoca con los efectos de su móvil. La verdad es que los efectos de ese móvil son increíbles, es la primera vez que me gusta una foto mía.
-Pues me gusta –digo motivada.
-A mi también, sales muy bien –dice.
Ya ha pasado una hora y la verdad es que se me ha pasado
volando. Son las 13:45, hora ya de comer. Paramos en un pueblecito de Cuenca y
vamos a un restaurante. Cuando acabamos de comer, volvemos al coche. -Pues 2 o 3, la primera pararemos a comer.
-Vale –digo.
Son las 12:45, no tardaremos nada en hacer la primera parada.
-Jolín, ya me he muerto –dice Abraham riendo.
-¿Qué? –pregunto.
-Que me he muerto en el juego –sonríe.
-Ah, vale.- Miro como juega y me acerco disimuladamente a él hasta que finalmente me pego.
Hay varios minutos de tensión y de miraditas entre los dos. Me va el corazón a mil por hora, me va a estallar en cualquier momento.
-Eh… ¿Quieres jugar? –me pregunta.
-No quiero gastarte la batería.
-No pasa nada, aquí al lado de la puerta del coche hay un cargador, podemos jugar todo lo que queramos –responde.
-Ah, vale, déjame probar –digo.
Cada vez que me matan en el juego Abraham suelta una risita.
-Jo, Abraham, no te rías que sinó no puedo jugar bien –digo bromeando.
-Lo siento, guapa. Es que me encanta verte concentrada, estás muy mona.
Me sonrojo.
-Gracias –digo casi sin poder hablar.
Acabo de jugar y le doy el móvil. La verdad es que nunca había cogido un iPhone, me encanta. –¿Me dejas hacerte una foto? –pregunta.
-Es que salgo mal
-Qué va, seguro que sales perfecta –dice sonriendo.
La verdad es que se pasa la vida sonriendo.
-Venga, vale.
Me hace la foto y me retoca con los efectos de su móvil. La verdad es que los efectos de ese móvil son increíbles, es la primera vez que me gusta una foto mía.
-Pues me gusta –digo motivada.
-A mi también, sales muy bien –dice.
Abraham empieza a contarme chistes y yo me río a carcajadas, la verdad es que es muy gracioso contándolos. Cuando me río, me da un beso en la mejilla. Es demasiado cariñoso, y eso me encanta. Estaba muy enamorada de él, pero ahora lo estoy muchísimo más. Quiero que me conozco tanto como lo conozco yo a él.
-Ahora es el momento de conocer tus defectos, aunque sé que no tienes –digo.
-Todo el mundo tiene defectos –responde.
-No, tú no. Tienes una voz perfecta, una sonrisa perfecta, un pelo perfecto, un cuerpo perfecto, una cara perfecta… En fin, todo perfecto.
Y se ríe.
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