Ya ha pasado más de una semana. Me ha pasado todo este tiempo volando.
Estoy disfrutando de estas vacaciones, son las mejores de mi vida.
Son las 9 de la tarde, muy pronto va a hacerse de noche.
-¿Te apetece que vallamos a un “lugar secreto”? –pregunta Abraham.
-¿Un lugar secreto?
-Sí, es un lugar precioso. Jacobo me lo enseñó y me enamoré de ese sitio. Está a punto de hacerse de noche, y ver el anochecer es algo que me encanta.
-Vale, vamos. ¿Está muy lejos?
-No, no está nada lejos. Serán unos 15 minutos de camino.
Nos pasamos los 15 minutos de camino hablando. Llegamos y la verdad es que me he quedado asombrada. Hemos llegado justo al anochecer. Es un lugar alto, con muchos árboles y bancos. Creo que nunca he visto un sitio tan maravilloso como este.
-¿Te gusta? –pregunta.
-Me encanta. Es realmente precioso, ver el anochecer desde aquí es una de las mejores cosas que he visto, en serio.
-Me alegro mucho de que te guste.
Nos sentamos en uno de los bancos y observamos el paisaje. Hay tipo una valla delante de nosotros y bajo hay una cascada increíblemente chula. Abraham ha cogido la cámara sin darme yo cuenta, y está haciendo fotos al precioso paisaje. Disimuladamente me hace fotos a mí, pero yo no soy tonta y veo que me está haciendo fotos.
-Jo, ¿por qué me haces fotos? Sabes que no me gusta, y salgo mal –digo dándole codazos y sonriéndole..
-No, no sales mal. ¿Te acuerdas en el coche? Saliste guapísima.
-Bueno, eso de guapísima…
Me interrumpe.
-¿Eso de guapísima qué? Lo eres, y no quiero que te quejes –me dice deslizando mi dedo sobre mi nariz.
Nos quedamos unos minutos sin decir nada. Noto que Abraham empieza a acercarse a mí, y yo también lo hago, pero me muevo solo unos poco centímetros. Él me mira, yo le miro. Los dos nos movemos al mismo tiempo y nuestros labios se encuentran. Al principio es torpe. Su nariz me golpetea los labios y mi barbilla choca con la suya. Pero él sonríe y nos tomamos nuestro tiempo hasta que encontramos el ritmo de otro.
Paso mis labios ligeramente por los suyos, exploro su lengua suavemente con la mía. Él me acaricia el pelo. Aspiro el olor de su piel.
Nos besamos despacio, delicadamente, disponemos de todo el tiempo del mundo, tenemos todo el tiempo y el espacio para conocernos en libertad, y para besarnos cuanto queramos.
Abraham se aparta de mí. Recorre mi mandíbula con un dedo y lo desplaza hacia mi cuello, seguidamente me susurra al oído:
-Te quiero.
-Yo también a ti –digo.
Ha sido el mejor momento de mi vida. No puedo entender cómo he podido besar a mi ídolo. Me alegro muchísimo de haberlo hecho, me ha encantado. Mi primer beso con la persona que realmente he estado enamorada desde hace mucho tiempo en un sitio precioso viendo el anochecer, será un recuerdo que jamás olvidaré.
-Besas muy bien –digo.
-Tú también –dice, y sonríe.
Seguidamente, vuelve a acercarse a mí, me abraza con muchísima fuerza, cómo si me fuera a escapar, y me vuelve a besar. Un beso lento y dulce.
-Me encantas –dice.
-Tú también a mí.
-Después de esto… me gustaría pedirte una cosa.
-¿Qué cosa?
-Em… ¿Quieres… salir conmigo?
En ese mismo instante el corazón me iba muy rápido. Me quedé sin palabras. Quería decirle que sí, pero las palabras no me salían. Finalmente me tranquilicé y le dije que sí.
Nos levantamos para irnos, ya son casi las 10 de la noche.
-Pero con la condición de que me ames tanto como te amo yo.
-Eso ya lo hago, te quiero más que tú a mí, eso tenlo claro –digo con una pedazo de sonrisa.
-No, yo te quiero más.
-No, yo más.
-Yo más.
Esas discusiones del “yo te quiero más” me encantan.
-Yo más…
Me aparta el pelo y me acaricia dándome el tercer beso de la noche. Desliza su mano sobre mi cuerpo hasta llegar a la cintura.
-¿Vamos al hotel? –pregunta.
-Vamos.
Me coge de la mano y nos dirigimos hacia allí.
Son las 9 de la tarde, muy pronto va a hacerse de noche.
-¿Te apetece que vallamos a un “lugar secreto”? –pregunta Abraham.
-¿Un lugar secreto?
-Sí, es un lugar precioso. Jacobo me lo enseñó y me enamoré de ese sitio. Está a punto de hacerse de noche, y ver el anochecer es algo que me encanta.
-Vale, vamos. ¿Está muy lejos?
-No, no está nada lejos. Serán unos 15 minutos de camino.
Nos pasamos los 15 minutos de camino hablando. Llegamos y la verdad es que me he quedado asombrada. Hemos llegado justo al anochecer. Es un lugar alto, con muchos árboles y bancos. Creo que nunca he visto un sitio tan maravilloso como este.
-¿Te gusta? –pregunta.
-Me encanta. Es realmente precioso, ver el anochecer desde aquí es una de las mejores cosas que he visto, en serio.
-Me alegro mucho de que te guste.
Nos sentamos en uno de los bancos y observamos el paisaje. Hay tipo una valla delante de nosotros y bajo hay una cascada increíblemente chula. Abraham ha cogido la cámara sin darme yo cuenta, y está haciendo fotos al precioso paisaje. Disimuladamente me hace fotos a mí, pero yo no soy tonta y veo que me está haciendo fotos.
-Jo, ¿por qué me haces fotos? Sabes que no me gusta, y salgo mal –digo dándole codazos y sonriéndole..
-No, no sales mal. ¿Te acuerdas en el coche? Saliste guapísima.
-Bueno, eso de guapísima…
Me interrumpe.
-¿Eso de guapísima qué? Lo eres, y no quiero que te quejes –me dice deslizando mi dedo sobre mi nariz.
Nos quedamos unos minutos sin decir nada. Noto que Abraham empieza a acercarse a mí, y yo también lo hago, pero me muevo solo unos poco centímetros. Él me mira, yo le miro. Los dos nos movemos al mismo tiempo y nuestros labios se encuentran. Al principio es torpe. Su nariz me golpetea los labios y mi barbilla choca con la suya. Pero él sonríe y nos tomamos nuestro tiempo hasta que encontramos el ritmo de otro.
Paso mis labios ligeramente por los suyos, exploro su lengua suavemente con la mía. Él me acaricia el pelo. Aspiro el olor de su piel.
Nos besamos despacio, delicadamente, disponemos de todo el tiempo del mundo, tenemos todo el tiempo y el espacio para conocernos en libertad, y para besarnos cuanto queramos.
Abraham se aparta de mí. Recorre mi mandíbula con un dedo y lo desplaza hacia mi cuello, seguidamente me susurra al oído:
-Te quiero.
-Yo también a ti –digo.
Ha sido el mejor momento de mi vida. No puedo entender cómo he podido besar a mi ídolo. Me alegro muchísimo de haberlo hecho, me ha encantado. Mi primer beso con la persona que realmente he estado enamorada desde hace mucho tiempo en un sitio precioso viendo el anochecer, será un recuerdo que jamás olvidaré.
-Besas muy bien –digo.
-Tú también –dice, y sonríe.
Seguidamente, vuelve a acercarse a mí, me abraza con muchísima fuerza, cómo si me fuera a escapar, y me vuelve a besar. Un beso lento y dulce.
-Me encantas –dice.
-Tú también a mí.
-Después de esto… me gustaría pedirte una cosa.
-¿Qué cosa?
-Em… ¿Quieres… salir conmigo?
En ese mismo instante el corazón me iba muy rápido. Me quedé sin palabras. Quería decirle que sí, pero las palabras no me salían. Finalmente me tranquilicé y le dije que sí.
Nos levantamos para irnos, ya son casi las 10 de la noche.
-Pero con la condición de que me ames tanto como te amo yo.
-Eso ya lo hago, te quiero más que tú a mí, eso tenlo claro –digo con una pedazo de sonrisa.
-No, yo te quiero más.
-No, yo más.
-Yo más.
Esas discusiones del “yo te quiero más” me encantan.
-Yo más…
Me aparta el pelo y me acaricia dándome el tercer beso de la noche. Desliza su mano sobre mi cuerpo hasta llegar a la cintura.
-¿Vamos al hotel? –pregunta.
-Vamos.
Me coge de la mano y nos dirigimos hacia allí.
Es muy interesante. He empezado hoy y me he leído los 8 capítulos en media hora. Que ganas del siguiente. Voy a intentar suscribirme al blog porque me encanta la novela. En serio, muy interesante la novela.
ResponderEliminarP.D Si quieres mira mi blog sobre Gabriela Sepúlveda, gracias.
¡Muchas gracias! Me alegro de que sigas mi historia y que te guste.
ResponderEliminarUn beso<3
Waooo en menos de una hora me e leido 8 capitulos esta super interesante quantos capitulos aras espero que muchos
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